¿SABÍAS QUE…
… DOMINGO TUVO QUE PLANEAR LA FUGA?
Nuestro buen amigo, deseando conseguir ese hospicio para las “huérfanas de la guerra”, planeó rápidamente la visita al palacio del obispo Fulco. Lo que no podía imaginar es que, precisamente en ese momento, la residencia episcopal se había convertido en un temible avispero. Y lo más peligroso de todo era que el nombre de Domingo pululaba por ahí… ¡sin él saberlo! Lo que en un principio iba a ser una visita inocente estaba a punto de convertirse en la representación gráfica del “meterse en la boca del lobo”.