Hoy el reto del amor es que no ocultes que se te ha caído la leche

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

ASÍ SOMOS

El refectorio (comedor) está en forma de “U”, las comidas son en silencio escuchando una lectura y las que sirven lo hacen por el centro, a la vista de todas.

Estábamos sirviendo la cena y yo llevaba la bandeja con la jarra de leche fría, la caliente, el azúcar y la miel. Fui a pasar la miel a una hermana y, al estirar el brazo, se me enganchó una manga del hábito con la jarra de la leche.

Solo veía leche: leche en la bandeja, leche en la mesa, cascadas de leche cayendo al suelo... ¿Qué hice? Nada, no tenía capacidad, y sí mucha vergüenza.

Todo se me hizo. En cuestión de segundos, apareció una brigada con fregonas, trapos para secar... otras me decían “tranquila”, “no pasa nada”... Sentí que las hermanas me llevaban en brazos.

Qué miedo tenemos de equivocarnos, de meter la pata, de tirar la leche y encima... ¡que nos vean! Tratamos de ocultar nuestra debilidad, y esto solo la aumenta, porque dejamos de ser quienes somos actuando de forma diferente, intentando llegar a más y, al final... sabemos que tiramos la leche.

Al leer el Evangelio, una de las cosas que me sorprenden es que no ocultan la debilidad; se puede sacar perfectamente la personalidad de cada uno y lo han querido dejar por escrito. Jesús no eligió a perfectos, eligió a los pobres, a hombres que no temían mostrar su debilidad... ¡eran como eran! Es lo único que necesitaba para construir desde el Amor: doce hombres cobardes en la tormenta, impulsivos en el peligro, necios en el saber, comparándose por ser los mejores, precipitados en el juicio... pero esto no era lo que primaba, era el Amor, y esto les hacía permanecer unidos, saltar por encima y unirse en las dificultades. A la hora de la verdad... corrían con la fregona y con los trapos por el otro.

Un amor que no era un amor cualquiera, sino el Amor que viene de Cristo, por el que recibimos la certeza de ser amados infinitamente y la de poder amar sin límites. Es vivir en el amor de Cristo lo que nos hace amar como Él nos ha amado y ser libres. En Cristo perderemos el miedo a que nos vean derramar la leche y podremos dejarnos amar por Él, por los hermanos y recuperamos la capacidad de reírnos de nosotros mismos.

Hoy el reto del amor es que no ocultes que se te ha caído la leche. Seguro que metes la pata en un momento del día o arrastras una metedura de pata de otro día... no tengas miedo, prueba a acercarte a esa persona que te quiere, que tienes al lado, compártele lo que te ha pasado desde tu pobreza y te descubrirás acompañado, sostenido y amado. La debilidad no es muro, es puente que nos une.

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¡Feliz día!
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