LOS MANDAMIENTOS, VISTOS POR JESÚS

20 « Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
21 « Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín…
27 « Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
33 « Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo =, porque es el trono de Dios,
35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno. (Mt. 5,20-22; 27-28; 33-37)

“Que no entraremos en el Reino de los Cielos”, que no seremos bienaventurados ni gozaremos de la presencia de Dios “si nuestra justicia es como la de los escribas y fariseos”... ¿Y qué justicia practicaban ellos?: Seguían los Mandamientos, sí, pero a la letra y no con el Espíritu de Dios. Eran como “corsés” que a todos había que colocar si de verdad querían ser siervos de Dios… Y el aire de Jesús es todo libertad en el Amor… Todos los Mandamientos tenían que pasar por la criba del Amor y así nos hacemos gratos a Nuestro Padre Dios.

“Se dijo”, a los hombres antiguos y al mismo Moisés…: “Pero ahora yo os digo”. Jesús ve mucho más allá, Jesús ve el corazón. Y cuando se ha dicho: “no matarás”, se referían a no agredir a la persona del otro con algún arma. Pero Jesús nos descubre que se puede estar agrediendo al hermano con nuestra palabra: insultándole o menospreciándole o quizás odiándole, desde dentro del corazón…

Todas estas iras que salen del interior, pueden estar matando al otro sin siquiera haberle tocado en su cuerpo… Este pecado es juzgado por Dios y también el otro…

Y se dijo en la Ley sobre el adulterio, como hecho consumado, pero Jesús coloca al hombre frente a sus intenciones: “el que tan sólo mira a una mujer deseándola, ya fue adúltero con ella en la habitación de su corazón”… ¡Que es el hombre entero, el que es infiel al precepto del Amor, en todas sus formas y no sólo parte de su ser!…

Y por último, cita Jesús el “no jurar en falso”… Mas Jesús prohíbe jurar en todas sus formas, falsas y verdaderas… Jurar es poner a Dios por testigo de mis palabras o de mis hechos y esto es irreverencia a Dios, pues los judíos son muy propensos a jurar por naderías y habían cambiado al Testigo, que era Dios, por otros elementos, bien profanos cuando no absurdos: juraban por el cielo, por la tierra, por mis cabellos o “por las barbas del profeta”… Y Jesús zanja con su Palabra estas casuísticas: “no juréis en absoluto”. La palabra del hombre es “sí”, sí y “no,” no y lo demás, es obra del Maligno que, nos tiende trampas para que no honremos a nuestro Dios y nos entretengamos en cosas tontas, cuando no nocivas que proceden del Espíritu del mal y no agradan a Dios…

La palabra del hermano, en su buena voluntad, nos ha de bastar para confiar unos en otros. Su testimonio de veracidad es su conciencia que, cuando es recta, habla en verdad y ello es suficiente. El juramento, para poner por Testigo a Dios, se ha de usar en cosas muy graves o ante juicios públicos o ante la Iglesia.

¡Pidamos a Dios, después de meditar las Palabras de Jesús, que nos conceda una rectitud de intención en todos nuestros deseos, palabras y obras y que nuestro testigo interior sea siempre una conciencia limpia y pura, sin asomo de doblez o arruga!...

¡Que así sea!...

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