• 1

DESPRENDIMIENTO DE LOS BIENES

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: « Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos.

24 Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos. »
25 Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?»
26 Jesús, mirándolos fijamente, dijo: « Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible. »
27 Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: « Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues? »
28 Jesús les dijo: « Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
29 Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna.
30 « Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros. » (Mt. 19, 23-30)

Los bienes materiales son buenos, ¿quién se atreve a negarlo? SI sólo tuviéramos estos a la vista, sería necio el despreciarlos y no querer gozarlos.

Pero entra en escena otra realidad, que también viene de lo alto, pero está por encima de estos bienes: la gracia con sus atractivos espirituales. Ella nos hace ver el seguir a Jesús como algo atractivísimo, sin esto, como digo, es tonto dejar lo otro.

Con la gracia, Dios nos regala unos ojos nuevos, que ven lo que los otros no ven. Con esta mirada, uno ama todo, hasta a los enemigos; la creación brilla con una luz nueva y tiene cada cosa en sí el resplandor de Dios. ¿Cómo no amarlo y alegrarse por ello?

Y por si fuera poco, Jesús promete todo el poder y los bienes del mundo, con la vida eterna, si posponemos los bienes de este mundo a su amor. Pero con esta borrachera de luz, uno no puede imaginar los bienes que en esperanza nos están preparados. Es el canto del poeta y santo: “míos son los cielos y mía es la tierra… Los justos son míos y míos los pecadores… Y la Madre de Dios es mía…” “Dios prepara bienes inefables para los que lo aman y Dios nos lo ha revelado por su Espíritu”. Y todas las cosas son mías, y el mismo Dios es mío y todo para mí…”. (“Oración del alma enamorada”, Dichos de luz y amor, 26.San Juan de la Cruz).

3EE2F198 3E53 4AFD 8CA3 2B40CC852568

Imprimir Correo electrónico

Gracias a Google, Norton y McAfee, te podemos garantizar que nuestra web, su contenido y los servidores desde donde se proporciona el servicio, son 100% seguros y están verificados. Puedes comprobarlo pinchando en las imágenes de abajo .
navegacion segura googlenavegacion segura nortonnavegacion segura mcafee

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!