DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO

CICLO C

- LA FE –

Hab. 1, 2-3; 2, 2-4

2 ¿Hasta cuándo, Yahveh, pediré auxilio, sin que tú escuches, clamaré a ti: « ¡Violencia! » sin que tú salves?


3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y tú miras la opresión? ¡Ante mí rapiña y violencia, querella hay y discordia se suscita!
2 Y me respondió Yahveh y dijo: « Escribe la visión, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido.
3 Porque es aún visión para su fecha, aspira ella al fin y no defrauda; si se tarda, espérala, pues vendrá ciertamente, sin retraso.
4 « He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, más el justo por su fidelidad vivirá. »

(v. 2)

-En nombre de su pueblo (Jr. 10, 23-25; 14, 2-9; 14, 19-22; Is. 59, 9-14) el profeta se queja a Yahvé de las desgracias públicas. Este texto, afín a los lamentos del salterio y de Jeremías podría referirse, considerado aisladamente, a los desórdenes interiores de una sociedad, pero en el contexto de los versículos 12-17, apunta a la opresión caldea. Habacuc tiene la audacia de pedir cuentas a Dios sobre el gobierno del mundo, del mismo modo que hace Job a propósito del destino individual: ¿por qué la justicia y la bondad de Yahvé (y su santidad v. 13) toleran el triunfo del impío? Pues quien domina es un pagano y Judá, aún pecador, es un “justo” conocedor del verdadero Dios.


(v. 3)

-A Yahvé corresponde dar la respuesta (Job 19, 7; Sal. 18, 42; Am 3, 9-10; Jr. 6, 7; 9, 2s; Sal. 55, 10-12).(2, 2-3a)“Y Yahvé respondió y dijo”. Habacuc recibe orden de escribir la visión en tablillas (Is. 8, 1; Jr. 30, 2; Ap. 1, 19) porque es revelación que se cumplirá “en la fecha fijada” (Dn 8, 19.26; 10, 14; 11, 27.35) y el documento escrito emplaza para ese tiempo a la palabra de Yahvé (II Pe. 3, 2) cuya veracidad demostrará más tarde (Is. 8, 3; 30, 8).


(v. 3b)

-La visión está provista de una energía propia: expresa una palabra de Dios que tiende a su realización (Is. 55, 10-11). La liturgia del Adviento utiliza este versículo para expresar la expectación del Mesías (Hb. 10, 37; II Pe. 3, 4-10; Nm 23, 19).


(v. 4)

-“El que es incrédulo, su alma no será recta en él”. El que tiene fe, lleva en sí Vida y por ello es justo (Rm. 1, 17; Ga. 3, 11; Hb. 10, 38). La “fidelidad” a Dios: a su Palabra y a su voluntad caracteriza al “justo” y le garantiza aquí abajo la seguridad y la vida (Os. 2, 22; Jr. 5, 1.3; 7, 28; 9, 2; etc.) (Is. 33, 6; Sal. 37, 3; Pr. 10, 25). El impío sin esta rectitud va a la perdición. Se trata aquí del caldeo y de Judá. San Pablo leerá la doctrina de la justificación por la fe.

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