DOMINGO V (T. Ordinario)

CICLO A

- EL CRISTIANO ES LUZ Y SAL EN EL MUNDO -

Is. 58, 7-10

7 ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes?

8 Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá.

9 Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: « Aquí estoy. » Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad,

10 repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía.

                 

                  -   El capítulo 58 de Isaías es un capítulo oráculo postexílico que exige la interiorización de las prácticas religiosas según el espíritu de los grandes profetas: (Is. 1, 10) (Am. 5, 23). La religión después del destierro se había hecho formalista y ritualista, habla del verdadero ayuno agradable a Dios pues, la ley en el (Lev- 23, 26-32) hablaba y prescribía el ayuno sólo para el día de la Expiación, pero en algunas épocas se multiplicaron estos días de ayuno.

(v. 6-7)      -   La voz del profeta (v. 1) sustituye a la trompeta que hasta entonces convocaba el ayuno, aquel ayuno ostentoso en que se vestían de saco e inclinaban cabeza (v. 5). Lo grato a Dios es la caridad y va repasando esas obras de misericordia con las que se acreditará el verdadero discípulo del Evangelio: los que entrarán en el Reino y el día del juicio final (Mt. 25, 35-40): dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, dar alojamiento al que no tiene techo, consolar al triste, etc. Así se prepara la vuelta a la era

(v. 8-10)    del paraíso. En estas obras brilla ya la luz de Dios y es cicatrizada la llaga de nuestro pecado, pues la santidad nos precede y la gloria de Jahvé cierra nuestra marcha. Toma el autor de este oráculo imágenes paradisíacas (v. 11 ss) que se inscriben ya en un ritmo pascual: una muerte que lleva a la vida, una privación que conduce a la abundancia. Es la tensión escatológica.

I Cor. 2, 1-5

1 Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría a anunciaros el misterio de Dios,

2 pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado.

3 Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso.

4 Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una demostración del Espíritu y del poder

5 para que vuestra fe se fundase, no en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.

                  -   Seguimos con la lectura continuada de la carta a los Corintios en la que va S. Pablo exponiendo su testimonio con respecto a su predicación entre ellos: nada humano ostentaba y por ello el Espíritu Santo pudo manifestarse en él. Acaso cuando abrazaron la fe a través de Pablo, no tuvieron conciencia exacta de este hecho deslumbrado ante la maravilla del mensaje de salvación del Hijo de Dios crucificado, por eso ahora les recuerda y despierta a este hecho. A partir de la experiencia ateniense se negó Pablo a ciencia y conciencia a conceder valor a la retórica humana, para hacer más sabroso su mensaje. Además Dios mismo se había cuidado de su situación de flaqueza corporal que (II Cor. 12, 9s) corre paralela a las tribulaciones del espíritu (II Cor. 11, 29s). La narración de (Act. 18, 1s) recuerda la escena del huerto de los Olivos y algunas experiencias de los profetas, por eso aparece aquí la expresión del Antiguo Testamento de temor y temblor (Act. 18, 9) (II Cor. 7, 15).

                  -   El mensajero del que nos ha salvado en la cruz debe hacer entrega de su propia existencia para que la fe de los que ha ganado para Cristo, no se apegue a aquel por quien la han recibido (debido quizás a su fuerte y atrayente personalidad o a su elocuencia).

(v. 4-5)      -Poder yespíritu están íntimamente vinculados, pues casi siempre significan lo mismo. El Espíritu es el poder de Dios y éste se ejerce en el Espíritu. Así puede referirse a los milagros que acompañaban su evangelización, o más profundamente a las conversiones: ésto es un milagro profundo realizado en un mundo silencioso de la interioridad.

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