DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO B
PRMERA LECTURA I RE. 19, 4-8
4 El caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo una retama. Se deseó la muerte y dijo: « ¡Basta ya, Yahveh! ¡Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres! »
5 Se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel le tocó y le dijo: « Levántate y come. »
6 Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar.7 Volvió segunda vez el ángel de Yahveh, le tocó y le dijo: « Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti. » 8 Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb.
-El sentimiento de abandono y de futilidad pone en desesperación agónica al profeta Elías que huye. Se echa a morir en el desierto, en donde el pueblo sufrió desesperanza; en donde Moisés estuvo acosado (Nm. 11, 14); en donde Agar se vio a la muerte (Gn. 21, 14-21). Allí recibió un pan inesperado, como el antiguo maná, alimento del cuerpo y del espíritu. En él estaba el Dios que da vida y fortalece la esperanza. Con él pudo hacer el largo camino hacia el monte de Dios, el Horeb. Elías, queriendo salvaguardar la alianza (Ex. 19) y restablecer la pureza de la fe, se dirige al lugar donde se ha revelado el verdadero Dios (Ex. 3; 33.18; 34, 9) y donde se ha concluido la alianza (Ex. 34, 10-28). Enlaza directamente su obra con la de Moisés. Relacionados por la Teofanía del Horeb, Moisés y Elías lo estarán también en la Transfiguración de Cristo. Teofanía del Nuevo Testamento (Mt. 17, 1-9).