DOMINGO VI (T. Ordinario)

CICLO C

-EL QUE CONFIA EN EL SEÑOR SERA BENDITO, EL QUE NO, MALDITO-

 

Jr. 17, 6-8

6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable.

7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.

8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto.

(v. 5)         -   Este pasaje es un salmo que ha servido de modelo a Sal. 1. Opone el justo al malvado en una serie de comparaciones muy sugerentes (Sl. 146, 3-4).

-   Opone a la maldición la bendición según el objeto en el que se ponga nuestra confianza: si es en el hombre y en la carne que son frugales, será “como el tamarisco en la Arabia que no sabe de bienes porque vive en los sitios quemados del desierto, en saladar inhabitable”.

(v. 6)         -   Si es en Jahvé “será como árbol junto al agua que echa raíces hacia la corriente y no teme ante el calor o la sequedad, siempre está verde y da fruto”.

-   No verá y no temerá, son dos verbos paralelos en las dos metáforas (Sl.1, 3) (Ez. 47, 12).

-   El tema del árbol y de sus frutos está tomado del mito del árbol de la vida (Gn. 2, 9). Pero la tradición judía ha purificado este viejo mito pagano, haciendo que la posesión de los frutos dependa de la actitud moral (Gn. 3, 22).

-   La corriente sapiencial utiliza este tema del árbol de vida apropiándolo a la vida moral (Pr. 3, 18; 11. 30).

-   La corriente profética compara al Rey (Mesías) a un árbol (Jue. 9, 7-21; Dan. 4, 7-9; Ez. 31, 8-9).

-   En la evolución de estas dos corrientes, el justo es como el árbol que produce la bondad y el bien, mientras que los otros árboles permanecen estériles. Pero este árbol ha de ser regado por Dios (Ezequiel ve que en el más allá se ensalzará la fecundidad de este árbol 47, 1-12). El Ap. pone el árbol de vida plantado definitivamente por toda la eternidad, rodeado de los otros árboles que han dado fruto (Ap. 2, 7; 22, 1-2; 14, 19).

I Cor. 15, 12.16-20

12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos?

16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.

17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados.

18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.

19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!

20 ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron.

(v. 12)       -   En este v. 12 podemos ver ya la razón por la que San Pablo insiste tanto en fundamentar la fe en la Resurrección: algunos decían que no había Resurrección. Es desusada en él esta insistencia. Entendían la resurrección de una manera meramente espiritual.

(v. 16)       -   Si subraya tan decididamente la resurrección de Cristo es porque le interesa la resurrección de los muertos, en general. Pero a la inversa, hay una resurrección de Cristo porque hay una resurrección general de los muertos: debe haberla porque si no, no tiene sentido que Dios haya hecho una excepción con Cristo. Toda la economía de la salvación de Dios tienda a esta creación enteramente nueva, a esta vida plena que hay más allá de la muerte. Con Cristo entra en vigor esta victoria divina. Hay que entender ambos aspectos estrechamente vinculados. Esta lógica se expresa con las siete proposiciones empezadas por si.

(v. 17)       -   La resurrección fundamento de nuestra fe. Estas gentes convierten la fe en una ideología, en un humanismo, disuelven la fe, entonces si no hay resurrección auténtica, la fe es trabajo perdido “aún seguís en vuestros pecados”. Pablo une pecado y muerte indisolublemente. La muerto no es sólo castigo del pecado, sino su expresión más perfecta. Si hay perdón de los pecados tiene que haber criatura nueva, es decir, resurrección comenzada ya aquí (II Cor. 5, 12).

-   El que tengamos que morir no significa un corte esencial porque estamos “ya en Cristo” y en El pasamos al otro lado (Fp. 1, 23). Nuestra esperanza está en Cristo.

(v. 18-19)  -   La resurrección fundamento de nuestra esperanza. Los que han muerto entre ellos se han perdido y los que vivimos, si no hay resurrección podíamos hacer algo mejor que atormentarnos por este mensaje y esta fe.

(v. 20)       -   Con este “pero no liberador y triunfal pasa Pablo de la larga argumentación negativa (Asi no@) a la exposición positiva de la certeza de la redención. A la luz de la resurrección ilumina toda la historia del mundo y la salvación. La primera parte de la frase equivale a decir algo que ha sucedido y que

(v. 20a)         muestra a partir de ahora su eficacia y actividad: Cristo es y sigue siendo el Resucitado.

(v. 20b)     -   La segunda parte de la frase con la palabra “primicias, procede del antiguo lenguaje del culto del A.T. y se refiere a las primeras gavillas o frutos de la cosecha que eran consagrados y presentados a Dios como reconocimiento de su soberanía. Y de ella recibe toda bendición y queda santificado en la recolección (Rm. 11, 16). Esta imagen significa que Cristo atrae a sí la resurrección de todos los hombres. Es un “comienzo”.

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