DOMINGO V (T. Ordinario)

CICLO C

-VOCACION DE LOS ELEGIDOS PARA EL MINISTERIO-

Is. 6, 1-8

1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.

2 Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban,

3 Y se gritaban el uno al otro: « Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria»

4 Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo.

5 Y dije: « ¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos! »

6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar,

7 y tocó mi boca y dijo: « He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»

8 Y percibí la voz del Señor que decía: « ¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra »? Dije: « Heme aquí: envíame. »

-   Esta visión de la vocación de Isaías debería hallarse al comienzo del libro, pero está bien en este lugar, al principio del “Libro del Emmanuel, que tiene los oráculos de la guerra siro-efraimita donde se cumplen las amenazas de los vv. 11-13.

Reino               Capital             Rey

Aran (Siria)      Damasco         Rasín

Efraim (Israel) Samaría           Hijo de Romelía

Judá                 Jerusalén          Ajaz, Hijo de Jotaú, Hijo de Ozías

(v. 1)         -   Generalmente se data en el año 740. El “Debir era el ”Santo de los Santos (I Re. 6, 1-38) y el Hekal, la sala que le precedía (Ap. 4, 2)

(v. 2)         -   Los serafines eran seres celestes que Is. es el primero en relacionar con Jahvé. Significan: los “Ardientes” (las serpientes abrasadoras Num. 21, 6; Dt. 8, 15) sólo el nombre tienen en común con Num. y Dt. Son figuras humanas con seis alas (Ez. 1) (Ez. 10) pero él los llama querubines (Ex. 25, 18) como figuras ligadas al arca. La tradición posterior designó con estos nombres a dos clases de ángeles.

-   Se cubrían la faz por temor de ver a Jahvé (Ex. 33, 20).

(v. 3)         -   La santidad de Dios es un tema central en Is. que le llama: “el Santo de Israel (1, 4; 5, 16 etc.) (Lv. 17) (Ap. 4, 8). Pero esta santidad exige purificación en el hombre, que esté santificado, separado de lo profano.

(v. 4)         -   Es la señal de la presencia de Dios en el Sinaí (Ex. 19, 16s.), en la tienda del desierto (Ex. 40, 34-35) y en el templo de Jerusalén (Ez. 10, 4) (I Re. 8, 10-12).

(v. 5)         -   No puede el hombre ver a Dios y seguir viviendo (Ex. 33, 20).

(v. 6)         -   Dios es el que purifica como en (Jr. 1, 9) y (Dn. 10, 16) que por ser el profeta, la “boca de Dios ha de estar purificado (Ez. 3, 1-3). El fuego es el que purifica y más el fuego del altar.

(v. 8)         -   La prontitud de Is. Nos recuerda a Abraham en su fe (Gn. 12, 1-4) y contrasta con los temores de Moisés (Ex. 4, 10-12) y sobre todo de Jer. (Jer. 1, 6).

I Cor. 15, 1-11

1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes,

2 por el cual también sois salvados, si lo guardáis tal como os lo prediqué... Si no, ¡habríais creído en vano!

3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;

4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras;

5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce;

6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron.

7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles.

8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo.

9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios.

10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.

11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

-   Algunos cristianos de Corinto negaban la resurrección de los muertos 15, 12. Los griegos la rechazaban por demasiado grosera (Act. 17, 32) y los judíos la iban presintiendo poco a poco (Sal. 16, 10; Jb. 19, 25; Ez. 37, 10) y luego la enseñaron explícitamente (Dn. 12, 2.3; II M 7, 9). Para impugnar el error de los corintios Pablo parte de la afirmación del Evangelio: el Misterio Pascual de Cristo muerto y resucitado (vv. 3-4) que desarrolla enumerando las apariciones del Resucitado (vv. 5-11). Cristo es por tanto la primicia y la causa eficaz de la resurrección de los muertos.

(v. 1-2)      -   Pablo no quiere decir algo nuevo, sólo recuerda enérgicamente algo ya antes oído y que es el fundamento de toda la existencia cristiana. Prediqué, aceptásteis, perseveráis, os salváis y retenéis, frases todas enlazadas con un gran contenido.

(v. 3-4)      -   En primer lugar el contenido de su doctrina es una tradición transmitida, recibida y conservada (expresiones del vocabulario rabínico 11, 23). Pero sobre todo este Evangelio es anunciado (v. 1-2), proclamado (v. 11 el Kerigma), objeto de fe (vv. 2.11) y portador de salvación (v. 2) (Act. 11, 14; 16, 17).

-   Este carácter salvífico de la muerte de Cristo forma parte pues de la proclamación evangélica anterior a Pablo (Rm. 6, 3). Pablo podría haberse basado en sus revelaciones personales, pero con gran espíritu de fe se refiere a la tradición recibida probablemente de la comunidad de Jerusalén.

-   Al enunciado de su profesión de fe, el misterio Pascual de Cristo, muerte y resurrección añade las pruebas de las Escrituras y las de las apariciones de las que muchos fueron testigos.

-   Estas expresiones (v. 3-4) fijas ya en su formulación, son el germen de las futuras profesiones de fe (credo). Pero este credo no son sólo hechos y pruebas sino que su objeto es el sentido religioso: Cristo ha muerto por nuestros pecados (Rm. 4, 25) tomando sobre sí la maldición que pendía sobre nosotros (Gal. 3, 13). Hemos por tanto de morir al pecado. Pero al igual que su muerte, su resurrección tiene para nosotros alcance religioso, un hecho inédito que nos concierne con un nuevo estilo de vida (Rm. 6, 1-6) como signo de nuestra futura resurrección.

(v. 5-7)      -   Esta narración (I Cor. 15) pasa por alto la aparición a las mujeres y a los discípulos de Emaús, prueba de la mentalidad particularista de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén. La lista de las apariciones está hecha en forma jerárquica, el v. 7 debió de ser añadida posteriormente a la primera lista.

-   Pablo sobreentiende: hoy pueden dar todavía testimonio de lo que han visto. Los apóstoles del (v. 7) parece un grupo más amplio que el de (v. 5) los Doce.

(v. 8)         -   Por último Pablo aporta su testimonio (Act. 9, 17), el carácter violento y anormal de su vocación. Para Pablo no hay diferencia entre la aparición en Damasco y las apariciones de Jesús después de su resurrección. El es como un “hijo abortivo, pues su nacimiento al apostolado fue penoso.

(v. 9-11)    -   Nunca quiere olvidar Pablo que persiguió a la Iglesia, que aborreció aquella voluntad de amor y salvación de Dios, pero ahora es apóstol por la gracia de Dios y trabaja y se fatiga a favor de esta gracia en razón al agradecimiento de que se siente deudor desde aquel día a Cristo.

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