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MI HORA, ESTÁ CERCA

14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 

15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 

16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. 

17 El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?» 

18 El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”» 

19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. 

20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. 

21 Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.» 

22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» 

23 El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. 

24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» 

25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú lo has dicho.» (Mt. 26, 14-25)

 

¿Qué sucedió en el alma de Judas para entregar y traicionar a su Maestro?: Sí, lo que pasa cuando ante la tentación sucumbimos. En el comienzo, se libra una feroz batalla entre la luz y las tinieblas, entre el bien y el mal, entre lo apetitoso y lo prohibido. Aquí, la razón está más activa con propuestas de Satanás que, sin forzar, se insinúa. Esta es su táctica: “¿Por qué no?, ¿quién me lo impide?, mi infidelidad es relativa, yo quiero satisfacer lo que imagino me dará la felicidad” ... Y así una tras otra, las propuestas suicidas. Y Judas,como todo el que sucumbe al mal, es llevado a lo alto de una gran rampa. Desde arriba da el primer paso en esta vía resbaladiza y ya, como si no hubiera vuelta atrás, la precipitación en el mal es irreversible. Aquí,Judas, fue a prisa a los Sumos Sacerdotes y les ofreció al que buscaban, por un miserable montón de monedas. Jesús condenó con tristeza tal acción ruin: “¡Hay del hombre por el que es entregado el Hijo del Hombre, más le valdría no haber nacido!”

Dios nos ha creado para que realicemos las obras de la luz, y en el deseo de Dios no había cabida para el pecado en su criatura hecha con tanto amor, ¡a su imagen y semejanza! Pero, ha puesto en nosotros la libertad que elige, sin ser forzado, el bendecir a su Creador o el traicionarlo, como Judas. Este pecado de uno de los doce, a quien amaba tanto Jesús, le entristece sobremanera. ¡Es Dios, pero también es Hombre y sabe el precio que va a pagar porque seamos fieles a Él, seamos santos!: toda su Sangre Preciosa, que no sabe sino amar. ¡Y la entrega en Jesús es total, no se reserva nada para Sí!

Y en este momento me surge una pregunta: ¿cómo resistiré yo las acometidas en la dura batalla contra Satanás? Pues hemos experimentado, alguna vez, este acoso diabólico y nos sentíamos débiles. Jesús nos enseñó en sus grandes tentaciones, cómo hacía Él: esgrimía la Palabra de Dios y con sus dardos omnipotentes rompía todo el mal que quería apoderarse de sus propósitos.

¿Es que no podíamos haber conseguido la victoria de nuestra Salvación sin tener que batallar tanto? Sí, por supuesto, porque “para Dios nada es imposible”, pero así no lo quiso Dios, pues somos sabios al vencer en la tentación: “¿qué sabe el que no ha sido tentado? Y al enseñarnos cómo mejor orar, nos enseñó el Padre Nuestro en donde no se le pide a Dios que no tengamos tentaciones, sino que no nos deje caer en ellas. Jesús, cuando luchamos, es Él quien lucha en nosotros y así, en su Nombre y en su poder, vencemos siempre.

¡Señor Jesús, que la historia de Judas nos enseñe que somos muy frágiles si nos apartamos de tu lado, si no te suplicamos de continuo! !Ayúdanos Jesús! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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