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RENUNCIAR A TODOS LOS BIENES PARA SEGUIR A JESÚS

25 Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: 

26 « Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. 

27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío. 

28 « Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? 

29 No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: 

30 "Este comenzó a edificar y no pudo terminar." 

31 O ¿qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con 10.000 puede salir al paso del que viene contra él con 20.000? 

32 Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. 

33 Pues, de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. (Lc. 14, 25-33)

 

Muchas veces en nuestra vida, notamos que un peso nos acompaña allí donde vamos, y nos sigue. Y, es que,así como no hay Cruz sin Cristo, tampoco hay cristiano sin Cruz. En esto, como en todo, he de imitar a mi Señor Jesús. Si Él, cargó con nuestros pecados, ¿no voy a cargar yo con los míos y en el colmo de la unión con Él, cargaré también con los pecados de mis hermanos los hombres y los de todo el mundo? Hacer esto,es un acto de la sublime gracia de Dios, porque todos sabemos nuestras escasas fuerzas para soportar una mínima parte de mis dificultades y desagrados. Pero Jesús, viene en ayuda de nuestra debilidad, cambiando ésta por la fuerza de Dios. ¡No por mi fuerza, sino por la de Jesús!

Todo cristiano que ha tenido un encuentro con Él en un momento de su vida, quiere seguirle. Pero, la forma de este seguimiento, la ha elegido Jesús. Y, en sustancia, es igual para todo discípulo: la renuncia de todos mis bienes y, ya libre de ellos, tomar la Cruz que, Dios ha preparado para mí, como la “escogió” para su Hijo. Y, no le preguntó si le desagradaba mucho humanamente, sino que le rodeó de Amor, en su designio inescrutable y le pidió que entregara su vida por sus hermanos, los hombres, por éstos que, le eran infieles y pecadores. Y es que, el Amor de Dios, no pasa por la razón para que pensemos mucho y al final le digamos al Padre cómo nos tiene que rescatar del pecado y de la muerte. “Nuestros pensamientos son insustanciales”,y si se refieren a la voluntad de Dios sobre mi historia y la de mis hermanos, y en última instancia sobre suHijo Querido, entonces, no sólo son sin sustancia, sino “insensatos”.

Este camino, ya lo tránsito Pedro, el primer elegido de Jesús. Y, Éste, no anduvo con eufemismos, sino que,en su deseo de apartarle Pedro de la Cruz, lo llamó Satanás, porque como él, quería decirle a Dios lo que tenía que hacer para redimir al hombre y a todos los mundos que nos rodean.

¿Qué no sintió Jesús repugnancia y aversión ante este camino, aparentemente de aniquilación?: ¡claro que sí y así lo manifestó al Padre en el Huerto de Getsemaní! Pero, al final, “que se haga lo que Tú quieres y no lo que le agrada a mi Humanidad”.

Todas estas meditaciones en verdad, sobre el camino de Jesús como Hombre, nos son muy provechosas para la vida porque, tratando de asimilarlas, no nos escandalizaremos ante los fracasos y cruces que nos puedan sobrevenir. Sabemos que el camino de la paz y del amor pasa por la aceptación serena de la Cruz, como hizo Jesús y abandonarnos en una inmensa confianza en los brazos del Padre que, no desea sino tenernos junto aSí, en su Seno Trinitario, por toda la eternidad.

Esta fe en el amor del Padre sobre su criatura, en quien puso su imagen, es ya salvación y nos libera de toda “sospecha diabólica” sobre las intenciones amorosas y entregadas de un Dios cuya naturaleza es el Amor y fuera de él, no sabe otra cosa.

¡Oremos y oremos y si podemos arrodillarnos mejor, para que nuestra piedad y humildad crezcan y acojamos con inmensa gratitud los designios divinos! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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