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SERÉIS SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO

1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 

2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 

3 « Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. 

5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 

8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 

9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 

11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 

12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; (Mt. 5, 1-12a)

 

 

Hoy, nos propone Jesús las Bienaventuranzas como camino de santidad. Son actitudes, son formas de ser yde obrar en toda nuestra vida.  No es algo que se pega, como un elemento extraño que hay que asumir. La gracia es quien las asume y nos impregna el ser de estas bendiciones. 

La primera Bienaventuranza está al principio y al fin de este camino de santidad. Porque, la pobreza de espíritu es algo que enamora a Dios al verlo en su criatura. Por esto, a María, la llamamos “toda Bienaventurada”, es decir, “toda Santa, toda Pura:”. En su ser no había nada extraño a la gloria y alabanza a Dios: “proclama mi alma su Grandeza... su Nombre es Santo” y con su misericordia, esta santidad nos alcanza en toda nuestra vida. Pues, ¿qué hay en María que no sea una inmensa misericordia? y ¿qué pureza nos rodea que no sea la pureza de nuestro Dios, Tres veces Santo?

Y es que, entrar en las Bienaventuranzas es entrar en un clima todo sobrenatural y divino. Y, Jesús nos propuso este camino porque Él mismo es el Camino de la gracia y de la amistad con Dios. Él careció de bienes de este mundo y, como pobre, “pudo así enriquecernos con su pobreza”. También fue manso “como cordero llevado al matadero y no abrió su boca” para quejarse o descargar su ira sobre los que lo maltrataban. ¿Quién ante su ejemplo de mansedumbre se atreve a reivindicar cualquier tipo de justicia? Y, Él es el Juez justo que nos juzgará en verdad, no con una justicia humana, sino con una justicia empapada de amor al hombre. Y Dios no dejará de ser justo en el Último Día.

Y, ¿qué decir de las lágrimas de Jesús?, las lágrimas que como Dios nunca pudo derramar, las vertió todas en su humanidad cuando se hizo hombre: lágrimas de amor burlado por nuestros pecados, en nuestra ingratitud e infidelidades. ¡Él, que era el Amor Hermoso, que no deseaba de su criatura sino una respuesta de acción de gracias y adoración!... No lloró Jesús por si mismo, por sus penas y dolores. Sino que su llanto es por nosotros para reblandecer nuestro duro corazón y hacer que su Amor lo llene por entero. ¿Qué no hizo Jesús para ganarnos su Bien, que nos ofrecía a manos llenas porque está ansioso de nuestra salvación?No ahorró nada para atraernos hacia su Corazón herido de amor y ternura por su amada criatura.

¡Bienaventurados también seremos si tenemos esta hambre y sed de su salvación, porque nos ha prometido en Él una hartura que no sacia, sino que, cuanto más bebe, más ansía! Pero, cuando llegue el día de nuestra unión perfecta con Dios, en la gloria, sabremos a qué sabe totalmente esta hartura que tanto deseamos en vida. Y, cada uno, recibirá de Gloria, según haya ansiado su corazón, porque no todos los odres de gracia serán iguales. Y, todo lo que hayamos sufrido por Cristo, se nos convertirá en gozo eterno.

¡Oh hombre que lees y escuchas estas Bienaventuranzas con devoto corazón, déjate empapar del espíritu divino del que están impregnadas y no dudes de todas las promesas que encierran porque es Palabra de Dios y no hay Palabra más veraz que Ésta!

¡Qué así haga Jesús en nuestros corazones! ¡Amén! ¡Amén!

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