• 1

EL QUE SIGUE A JESÚS, HEREDARÁ LA VIDA ETERNA

27 Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» 

28 Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 

29 Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. (Mt. 19, 27-29)

 

El que sigue a Jesús ya lleva en este seguimiento un gran premio y no solo en el Reino futuro cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria. Sino que, en esta vida caduca recibe ya el ciento por uno en casa, padre, madre, hijos y demás. Esto lo sabe el que ha cambiado su vida por todos los bienes de esta tierra. El que se consagra a Dios hasta la muerte, no sabe cómo encuentra que todo lo que dejó por Cristo se le ha devuelto, pero espiritualizado, con un signo sobrenatural que no pueden tener los bienes de esta tierra.

Dejar todo y seguir a Jesús es la vocación sublime del cristiano porque, aunque esté rodeado de muchas cosas, su corazón aspira a los bienes de arriba. Todo lo posee como administrador y al no ser suyo lo que tiene sabe que, habrá de dar cuenta de sus gestiones, pero como no tiene apego sino a Jesús, está deseando entrar a su presencia para decirle cuánto ha ganado con lo que le prestó un día.

Servir a Jesús es reinar, es sentirse señor junto con Cristo y todo lo demás, lo coge y lo deja para, como su Maestro repartirla a los pobres, sus amados, sus predilectos por los que se ha encarnado y regalado la Salvación y toda su Sangre...Por esto, podemos decirle a Jesús, sin ser insolentes: “y nosotros que, lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?. Jesús acoge esta súplica, primero porque es verdadera en Él y en nosotros. Y segundo, porque está deseando darnos su Reino y sentarnos a su derecha en los cielos. Jesús nos ama y quiere que gocemos de todo lo que Él goza infinitamente junto al Padre en la eternidad.

¡Hagámonos pues mendigos de la gracia porque tenemos una promesa: “¿Cómo no daré el Espíritu Santo a los que me lo piden?”: Esta vida, aunque a veces nos parece un valle de lágrimas, con la fuerza de Dios sabemos tomar nuestra cruz porque: “una tribulación pasajera, nos da un inmenso caudal de gloria”. Todo está abocado a la Ultima Venida de Cristo y como su Palabra siempre se cumple, Él nos espera, “tras un breve padecer”, con las manos llenas para hacernos Uno con Él, así como Él está unido al Padre.

¡Señor Jesús, te amamos con la medida de nuestro corazón que, siempre será pequeño, comparado con el tuyo y con la medida de tus dones y promesas! Pero confiamos que tu Espíritu Santo lo está ensanchando, de día en día, porque nuestro amor por Ti, notamos que no deja de crecer, por si en el deseo grande que tenemos, puede tocar un poco de tu Ser que, ¡es Amor!

¡Es en tu fidelidad donde nos sentimos seguros de ser escuchados! ¡Envíanos tu Espíritu Santo que, nos haga amar en tu gracia y adorarte! ¡Qué así sea! ¡Amen!

Imprimir Correo electrónico

Gracias a Google, Norton y McAfee, te podemos garantizar que nuestra web, su contenido y los servidores desde donde se proporciona el servicio, son 100% seguros y están verificados. Puedes comprobarlo pinchando en las imágenes de abajo .
navegacion segura googlenavegacion segura nortonnavegacion segura mcafee

ImagenCookies

Hola! ¡Bienvenido a la página web del monasterio de san Blas! Nos encanta verte por aquí y esperamos que este sitio sea un lugar donde puedas encontrarte con Jesucristo Resucitado. Tan sólo queremos pedirte un favor: para mejorar la página y facilitar tu navegación por ella necesitamos que aceptes nuestras cookies. ¡Muchas gracias y oramos por ti!