DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO
CICLO A
- LAS BIENAVENTURANZAS -
Sof. 2, 3; 3, 12-13
3 Buscad a Yahveh, vosotros todos, humildes de la tierra, que cumplís sus normas; buscad la justicia, buscad la humildad; quizá encontréis cobijo el Día de la cólera de Yahveh.
12 Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, y en el nombre de Yahveh se cobijará
13 el Resto de Israel. No cometerán más injusticia, no dirán mentiras, y no más se encontrará en su boca lengua embustera. Se apacentarán y reposarán, sin que nadie los turbe.
(v. 3) - Después de haber anunciado Sofonías a Israel prevaricador los castigos de Dios, se deja oír una vos de esperanza, se anuncia la salvación a los “humildes” o “pobres”. En hebreo “ANAWIM”. Estos tienen gran importancia en la Biblia. La literatura sapiencial tiende a considerar la pobreza “RÊS” como efecto de la pereza (Pr. 10,4), los profetas saben que los pobres son ante todo los oprimidos. Reclaman justicia para los débiles y pequeños: DAL-LÎM y los indigentes: EBYÔNÎM (Am. 2, 6s). El Deuteronomio siguiendo al Exodo, les hace eco con su legislación humanitaria (Ex. 22, 20-26) (Dt. 24, 10s). Con Sofonías, el vocabulario de la pobreza toma un colorido moral y escatológico (3, 11s) (Is. 49, 13) etc. (Mt. 5, 3) (Lc. 1, 52). Los ANAWÎM son, en una palabra, los israelitas sumisos a la voluntad divina. A los “pobres” es a quien se les enviará el Mesías (Is. 61, 1; 11, 4). El mismo será humilde y manso (Za. 9,9) y será incluso oprimido (Is. 53, 4) (Sal. 22, 25).
(v. 12-13) - Estos dos versículos pertenecen a la cuarta sección del libro en que se anuncian las promesas. Se salvará un Resto (igual que anuncia Isaías) que será el auténtico Israel y el depositario de las promesas (v. 13). Estos “pobres” hallarán auxilio en el Nombre de Jahvé, pues su Nombre salva y pone a sus abatidos al abrigo de toda turbación. “en verdes praderas me hace recostar...” (Sal. 22). No tendrán capacidad de pecar, es decir, de cometer injusticias y la verdad estará siempre en su boca: es el hombre que transforma Jesús, el hombre nuevo que transforma el Espíritu Santo.