Hoy el reto del Amor es que digas a tres personas “te quiero” desde el corazón

Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.

“VICISITUDES”

Me quedo atascada en esa palabra. Sale muchas semanas en la liturgia y la que dirige los rezos o la que lee, la tiene que pronunciar en alto.

Si veo que en una lectura larga la tengo al final, ya no veo el resto de palabras, pues, mientras leo, por dentro me voy diciendo: “vicisitudes, vicisitudes, vicisitudes…”, hasta que llega el momento de leerla y me sale “visicitudes” o algo más trabado o complejo.

Así que a veces opto por leerlo rápido, casi sin pronunciar, de forma que parezca lo que debe ser, pero no lo es porque la lengua no responde: está atascada en ella. Ahora sonrío cuando aparece, pues no depende de mí hacerle frente.

Hay palabras o frases que quisiésemos usar, pero no podemos pronunciar como nos gustaría, pues, aunque son sencillas en sus letras, poseen un profundo contenido, y distintas vivencias nos han hecho acallarlas: “perdón”, “recomenzar”, “confío”, “te quiero”, “te doy otra oportunidad”, “merece la pena”, “apuesto por ti”, “vuelve”…

En tu corazón, ¿qué palabra está atascada? ¿Qué te cuesta leer y aparece cada día, cuando ves a alguien o tienes que enfrentar una situación? Cuántas palabras intentas pronunciar, pero no puedes en tus fuerzas.

Poder pronunciarlas no depende de tus fuerzas, pues son palabras que van más allá; antes de que se suelte la lengua es necesario que se suelte el corazón, y para ello es necesario que entre Cristo en él. Porque nosotros no podemos amar de verdad a los que nos hieren, perdonar de corazón, recomenzar ante las dificultades…

Solo en Cristo podemos dar un paso más porque Él es el que sana tus heridas, es Él el que ha muerto y resucitado por cada una de ellas y está ahí a tu lado para reconstruirte y así puedas pronunciar esas palabras que tanto deseas.

Es cuestión de cambiar el “tengo que conseguir” por el “te entrego esto, Señor, para que tú mueras por ello y me lo devuelvas resucitado”. Así, tu corazón descansa, aunque tengas que entregárselo una y otra vez, porque esa situación deja de pertenecerte; pasa a depender de Jesús y tú solo tienes que confiar y secundar lo que Él te ponga en el corazón.

'Con Cristo estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí' (Gal 2, 20).

Hoy el reto del Amor es que digas a tres personas “te quiero” desde el corazón y le entregues al Señor esa palabra que en medio de las “vicisitudes” te cuesta pronunciar: confía y espera en Él.

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¡Feliz día!

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