¿VIACRUCIS?

El camino de la Cruz es una de las prácticas de devoción propias del tiempo cuaresmal, aunque siempre nos conviene; porque siempre no viene bien acercarnos a la humanidad de Cristo y sobre todo a la última etapa, la de su Pasión y muerte, tan extensamente descrita en los cuatro evangelios (casi todas las estaciones o etapas son evangélicas, narradas en el texto de alguno de los evangelios).
El rezo del Viacrucis personal o en común normalmente se inicia con una breve oración introductoria, o al menos con la señal de la Cruz. Se puede meditar en cada estación un breve espacio de tiempo, reflexionando en la estación o etapa o leyendo algún texto alusivo, y rezar alguna oración como el padrenuestro, gloria… lo que el Señor inspire. A veces es suficiente nombrar cada estación y estar en silencio amoroso; el silencio es muy importante, con él dejamos espacio para la escucha. Se puede leer el texto del evangelio del que está tomada la estación, hacer una reflexión espontánea, o usar algún libro de devoción.

Cada año en cuaresma, los viernes, rezamos en comunidad el Viacrucis y durante la semana Santa todos los días. Cada hermana que lo va a guiar se prepara uno nuevo que hace ella misma o que lo ha buscado. Todas seguimos los cuadros representativos de cada estación o parada. En total son 14 de las que no aparecen textualmente ninguna de las tres caídas ni algún otro pasaje como el de “la verónica”, aunque la tradición los ha incluido y pudiera haber sido así. De todos modos lo más importante como dice San Pablo es “tener los sentimiento s que tuvo Cristo Jesús”. Estos sentimientos de sumisión al Padre, de amor inmenso a cada uno de nosotros y de perdón hacia todos los enemigos que se ensañaban con El. Su mansedumbre… El Espíritu Santo que acompañó a Jesús también nos acompaña y es el que nos va configurando con Cristo. Por eso siempre conviene iniciar toda oración, meditación o reflexión: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Al terminar las 14 estaciones, nosotras solemos añadir la 15, la resurrección, porque no nos quedamos en la Pasión. El murió y resucitó. Y finalizamos, para entrar en comunión con toda la Iglesia rezando un Padrenuestro por las intenciones del Papa.

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