NOVENA A SAN JOSÉ

PREDICADOR DE LA MISERICORDIA, LAS BIENAVENTURANZAS.

1º- PREDICADOR DE LA GRACIA.

A San José se le denomina “hombre justo” , cierto que, de algún modo participó de la naturaleza caída, porque preservada del pecado sólo fue María; por eso José nos manifiesta que para ser justos sólo es necesario reconocer la propia fragilidad y ponerse sin condiciones en manos de Dios que, realmente, hace filigranas. Pero pienso en José con el cariño de verle tan cercano como el más humilde y tan referencial como el más luchador traqueteado por la propia vida y la voluntad de Dios sobre ella.  Hace ya un tiempo comprendí en el corazón que el ser preservada del pecado a María no le privaba de sufrir, no la metía en una burbuja “intocable” por el dolor, al contrario, al estar limpia, toda suciedad, todo pecado y todo dolor es para Ella mucho más hiriente, mucho más intenso, mucho más doloroso.    Haciendo paralelo con José, creo que este hombre justo fue el siguiente en vivir la mayor intensidad del amor-dolor, y con su vida, bien escondida y callada se convirtió en un gran predicador de la gracia y la misericordia. Encarna las Bienaventuranzas que son el culmen del Evangelio, porque Dios también le unió con predilección al elegirle como el padre de su Hijo.

Toda su vida habla y predica que “todo es gracia” y que es la “entrañable misericordia del Señor” la que nos sostiene y salva.

2º- POBRE EN EL ESPÍRITU-REINO DE LOS CIELOS.

La mayoría eran pobres en aquella zona de la tierra, en aquella época, en un pueblo doblegado por la Potencia mundial…pero ellos vivían en realidad como todos los hombres de cualquier época y momento porque, claro que lo de fuera influye, pero no es más que el soporte de lo de dentro del ser humano que en su esencia se resume en el ansia y hambre de la Riqueza única que el hombre necesita para colmar su ser: la unión con Dios que lo hizo para sí.   Concretando en la figura de José, encontramos al hombre justo que ha conocido al Dios de su vida y lo busca con toda su alma porque sabe que Él es su Tesoro, su Horizonte, su Meta. Le sale connatural la Pobreza de espíritu, es aquel que hace todo lo que tiene que hacer, con cariño y con esmero extremo y después lo entrega, sabiendo que Yahvé pone el incremento. Y tiene ya la recompensa, sí, porque el Reino de los Cielos está comenzando a fraguarse entre sus propias manos en Jesús, porque de él se ha fiado Dios para poner los cimientos sólidos del “Cielo y tierra nuevos”.

3º- LOS MANSOS HEREDARÁN LA TIERRA.

La mansedumbre es una virtud que nos hace pensar en caracteres tranquilos, que tienen la capacidad de no alterarse, de ser dóciles, de secundar las propuestas. Lo compararíamos con el don de fortaleza que, sorprendentemente, puede sonar a emprender y arremeter objetivos y es más bien la capacidad de aguantar, de resistir los embates de las circunstancias y la vida, sabiendo y reposando en la certeza del Dios que todo lo llena y lo defiende para ti.

En San José la mansedumbre puede ser una de sus características peculiares y reconocidas universalmente; y no porque se le pudiera echar encima lo que fuera, con ese aguante de los caracteres inertes ¡no!  José tuvo que ser un hombre enérgico y fuerte, que toda su potencialidad la había volcado en hacer la Voluntad de Dios y ¡la hizo! Con mansedumbre, encauzando todo su caudal de vitalidad a entregarse a la obra de acoger a Jesús, el que su “Corazón manso y humilde” sería el reposo de todos los hombres. No podía ser educado en la tierra más que por un hombre como José.

4º- LOS QUE LLORAN SERÁN CONSOLADOS.

Llorar es el movimiento más noble de un corazón que vive intensamente y su ser se desborda hasta las lágrimas. A menudo tenemos la noción de relacionarlas con el dolor, la tristeza…como mucho la emoción, y sí, porque cuando la impotencia ante una injusticia, o la cólera se desborda, redunda en lágrimas.  Pero también son manifestación de contemplar misterios inauditos que rebosan nuestro ser, como ver nacer un niño o experimentar el amor.   

José vivió mucho de las dos maneras; le podemos imaginar desconcertado ante la maternidad de María, su propia misión, el continuo desplazamiento… era tan fuerte que, aunque quedara paralizado por la sorpresa, tuvo que llorar derramando su alma ante el Dios al que se había prestado a servir. Pero también fue consolado con las lágrimas balsámicas de saberse elegido para lo más, viendo que Dios le entregaba a su cuidado a quienes más quiere; y luego el día a día colgado de la Promesa, viendo sin ver…¡¡cuántas lágrimas de todo derramaría José y cuántas enjugaría de María y del pequeño Jesús!!!

5º- HAMBRE Y SED DE JUSTICIA TRAEN SACIEDAD.

       “mi alma tiene sed del Dios vivo”.

      ´Estamos hechos para Ti y nuestro corazón no haya sosiego hasta que descanse en Ti. `

Es condición del hombre para ser hombre añorar, hambrear la santidad o justicia, porque “el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” y Dios que es Santo nos comunica así su Santidad y a ella tendemos con hambre y sed.

En José esta hambre y sed se juntaban y multiplicaban desbordantemente; tenía su propia capacidad personal en la que Dios fue generoso, a lo que se unía el pertenecer al Pueblo escogido que esperaba al Mesías. La misión que Dios le encomienda, le une a María, la santa de las santas, la sin pecado y se duplica el deseo; Ella le tuvo que comunicar la experiencia del Dios tres veces Santo que llegó a llevar en sus entrañas y José, probando el agua del mismo manantial, volverá a sentirse como la cierva herida cuando ya en total derroche, el Padre le entrega a su propi Hijo hecho Niño… tenía que saber nadar bien el bueno de José pues ya sí que estaba inmerso en el “Torrente que no se podía vadear” .

Sigamos las huellas de José, porque los santos se atraen y se acompañan.

6º- LOS MISERICORDIOSOS ALCANZAN MISERICORDIA.

Y, sin embargo, José se sintió pobre, necesitado de Misericordia.  Sabemos lo que significa este vocablo: “el corazón quebrantado y humillado Tú no lo desprecias, Señor.” Y ¡qué fuerza tiene la condición humana para atraer al mismo Dios hasta hacerse uno de los nuestros, en todo semejante menos en el pecado!   La bajada del Eterno, corresponde al abismo que lo va a contener “todos pecamos y todos necesitamos la salvación”. Por justo que sea un hombre, su justicia se cimienta en el total y absoluto Amor de Dios; por eso el camino de la santidad es la Misericordia de Dios ante la pobreza y humildad, es el canto de María al que José, sin duda, estuvo estrechamente unido, no podía ser de otro modo: para acoger a Dios, tenían que estar vacíos de sí. y cuando ellos experimentan la propia miseria, se hacen misericordiosos; por eso tenemos a los mejores intercesores para alcanzar Misericordia y maestros para practicarla.

7ª- LOS DE LIMPIO  CORAZÓN VEN A DIOS.

¡Corazón limpio!  Así nos creó Dios a todos, porque por verlo suspiramos; Él está siempre con-nosotros, entonces ¿Qué nos impide verle? ¡Tantas adherencias! Pueden parecer simples pero van haciendo opaco el corazón. Me pregunto si José no tuvo errores o deslices o fallos ¡claro que tuvo que tener!  Pero sabemos que no es el pecado lo que nos mata sino agarrarnos a él  y defenderlo como posesión propia; entonces se pega como el hollín a la chimenea y ensucia el corazón.   Se me imagina José, el varón justo, como David, con un corazón para Dios y hecho a Su medida.  José lo veía todo, lo sentía todo, pero el fuego de su interior le quemaba y purificaba de continuo manteniendo limpio el cristalino de sus ojos para verlo.  ¿Cómo soportaría sino la humillación, el desprecio, la impotencia de no poder, no saber y tener que callar, porque su Fuego le repetía: importa ver a Dios y volvía los ojos continuamente hacia ese Padre que le prestaba sus ojos para envolver a su Hijo en un corazón entre humano y divino por su limpieza.  Tenía que amar este hombre justo al Dios que estaba ya viendo en ese Niño, con limpio corazón.

8º- LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ SERÁN HIJOS DE DIOS.

Shalom, la paz. Este saludo hebreo no debía caerse de los labios de ningún israelita. José lo era de pura cepa, “ de la estirpe de David” y vivía en el momento de la historia en que “reinaba una paz universal”, tenía la misión de acoger y cuidar al Rey de la paz.  Toda su actitud ante la vida tuvo que ser esa.  Se define la paz como ´la tranquilidad en el orden´. Sin duda que mantenía su mezcla de silencio y cordialidad con sus vecinos, en su casa… porque también él guardaba todo en su corazón, porque también como María y junto a Ella, entendían que “los planes de Dios son más altos que los nuestros” y que conviene esperar su Manifestación.

Cuando se vive mirando sólo al suelo, se encuentran  piedras como tropiezos; pero José llevaba demasiado Misterio sobre sí y miraba de continuo al Cielo, cuidando al Rey de la paz, el Hijo de Dios, por eso el Padre  volcaba extraordinariamente su Corazón sobre este hijo predilecto.

9º- LOS PERSEGUIDOS POR LA JUSTICIA, DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS.

Justicia es dar a cada uno su parte de verdad, razón pertenencias. Justicia, bíblicamente, es santidad y, ciertamente, porque la santidad es dejar que Dios sea TODO, y para que así sea yo he de ser la nada, entonces se realiza bien la distribución, así es como llegamos a ser santos, porque el Santo lo es todo. De esa manera la conclusión o el efecto también es lógico, porque si Dios lo es todo en mí, su Reino es mío. Y ¿la persecución? Claro, la santidad hace daño a quien no sabe o no quiere o no puede dejarlo todo, ser nada y los santos escuecen.

No es nada difícil pasar esta realidad a  José, pues nadie como él supo dejar que Dios sea el que lleve todo en su vida y la organice y la plenifique; era tan alta su misión, que nada podía aportar sino condescender en ser instrumento precioso en las manos de Dios; hasta su oficio de carpintero le enseñaba esta habilidad de dejarse hacer para que Dios hiciera la obra más grande de todas.  Y ¡cuántas “persecuciones” sufriría por esta misión: miradas, risas, zancadillas etc… pero José ya estaba gozando el primero  en plenitud el Reino de Dios pues vivía a su lado. 

 

ORACIÓN.

Señor, Dios de Israel que te dignaste hacer de San José un hombre bienaventurado para que tu Hijo fuera acogido en su humanidad y llevara a cabo la Redención de los hombres. Te pedimos que el Espíritu Santo nos ilumine para seguir su ejemplo en la entrega total a Jesucristo.

                                               Amén. 

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