HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

SALMO RESPONSORIAL

Día 5 de febrero, domingo V del Tiempo Ordinario, ciclo A
Salmo 111, 4-5.6-7.8ª y 9

El justo brilla en las tinieblas como una luz.

En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo.
No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor, reparte limosna a los pobres,
su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad.

Isaias explica cuál es el culto verdadero, agradable a Dios, y por dos veces oímos “parte tu pan con el hambriento”, acoge, sé justo, recto, date cuenta que existe el prójimo, más o menos podríamos traducirlo así. Ya que si dejamos de mirarnos a nosotros mismos entonces seremos luminosos y nuestro corazón estará sano; porque hemos sido creados para amar. El Señor estará cerca de ti, o más bien, diríamos nosotros, entonces te darás cuenta de que el Señor está cerca de ti; porque Jesús nos ha revelado que el Reino de Dios está en nosotros pero no lo notamos cuando estamos ocupados en los afanes de la vida como asunto absoluto. De nuevo las lecturas de hoy nos recuerdan las obras de misericordia que son un bálsamo para el corazón herido, y que irradian, primero, alumbrando a los de casa, a los que conviven contigo: te hacen ser luz para ellos, después a todos. También el evangelio habla de ser sal y luz; el domingo pasado Jesús nos daba el programa de vida de los que quieren vivir en el reino de Dios, y nos anunciaba que somos dichosos, felices viviendo así, y además irradiaremos luz y daremos sabor con nuestra vida a las vidas de los que nos rodean y como hace la sal defenderemos de la corrupción. Esta es la sabiduría de Israel ya prefigurada en el Antiguo Testamento. La sabiduría de Israel, tan elogiada, que canta el salmo 111 y nos propone la Iglesia como respuesta. Los justos serán dichosos y les irá bien, los que reparten limosna a los pobres y viven la caridad con el prójimo… son luz y dan sabor; sabor y sabiduría tienen la misma raíz.
El salmo 111(112) es un poema didáctico sobre las virtudes características de los justos y su dicha. Canta las ventajas que al justo le reporta la virtud: todo en su vida prosperará. Tan sólo en dos versículos (que no cantamos este domingo) aparece el contraste entre el justo y el impío, pero a pesar de no haber una confrontación sistemática de las dos formas de vida, con estos dos momentos ya se hace ver la suerte dichosa del justo y la desdichada del impío. Tenemos ante nosotros dos caminos pero no son neutros; ir por el mal camino lleva a la tiniebla, al descontento, al vacío; ir por el camino de las bienaventuranzas, el del Reino de Dios, es elegir la felicidad, la dicha y dar sabor y ser luz irradiando sobre las tinieblas del mundo.
Es un poema escrito en acróstico, cada verso en hebreo comienza por una letra sucesiva del alfabeto, sólo que en este salmo es cada mitad de verso, y constituye un elogio a las virtudes de los justos con un tono sapiencial, (típico de la sabiduría de Israel).
Comienza con una felicitación o bienaventuranza que contiene la síntesis del salmo: la fuente de la felicidad del justo es el temor del Señor, puesto que en la primera parte se tienen en cuenta las actitudes ante Dios. En “el temor del Señor” van incluidas las virtudes religiosas y morales, porque el que teme al Señor ama sus mandatos y los cumple.
Asegura el autor del salmo que el que teme al Señor es el que es dichoso, y al que le están destinadas prosperidad durable y dicha del espíritu. En el cuerpo del salmo (v. 2-9) se desarrolla este principio reafirmándose y concretándose en motivos diversos. Lo expresa con sentencias yuxtapuestas como pide el estilo sapiencial y el arte alfabético. La vida recta del justo lo lleva a confiar en Dios.
El verso 10, el último, hace alusión a la suerte del impío, evidenciando un contraste que da profundidad a la expresión del tema y rompe la línea unísona de todo el salmo, que es una afirmación de la doctrina retributiva, cuya sentencia es: “haz el bien y te irá bien y haz el mal y te irá mal”. El justo verá derrotar a sus enemigos y él permanecerá firme.
El salmo proclama que el testimonio de la vida del justo es gozo y luz. La mejor evangelización es la de una vida gozosa siguiendo la voluntad del Señor. El que confía en el Señor irradia luz y alegría. Pablo irradiaba luz y era sal que daba sabor y preservaba, porque su sabiduría era Jesucristo y éste crucificado como nos dice.
Viviendo como nos propone el salmo los que lo vean, los de recto corazón, darán gloria a nuestro Padre. “Dios es luz sin tiniebla alguna”; nos lo ha dado a conocer Jesús. El es la luz del mundo, como Dios verdadero; y desde el bautismo la luz del Resucitado, recibida en el cirio pascual, nos llega para ser luz con nuestra vida que ilumine las tinieblas del mundo. “Vivid pues, como hijos de la Luz”

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