HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

SALMO RESPONSORIAL

Día 29 de enero, domingo IV del Tiempo Ordinario, ciclo A
Salmo 145, 7. 8-9ª. 9bc-10

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

El hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

El profeta Sofonías exhorta a los humildes a buscar al Señor y la justicia, que en el A.T. hace más bien referencia a la santidad de vida que a la ley como actualmente tendemos a relacionar. Habla de la venida del día del Señor, tan esperado por el pueblo fiel, pero temido porque cribará; pide que nos encuentre actuando según los mandamientos del Señor. Los humildes del país así vivían. La voluntad del Señor es salvación: siempre dejará un resto fiel.
Y la Iglesia nos propone como respuesta el salmo 145, (146) que es un himno aleluyático; el primero del grupo de los 5 salmos finales que son todos ellos aleluyáticos. Un salmo muy a tono con el Evangelio que nos proclamará las bienaventuranzas como norma de vida para los seguidores de Jesús, unas normas que empiezan por felicidad y bienaventuranza.
Es un canto de alabanza al Dios poderoso, fiel y misericordioso que tiene el socorro a la medida de todos los necesitados que le invocan (si leemos el salmo entero vemos que entre las necesidades nombradas hacen el número de 12, que es un número que abarca todo, es plenitud, queriendo expresar que Dios socorre todas las necesidades posibles).
Es también un himno didáctico. La invitación es del autor a sí mismo, pero luego aconseja a los demás; por tanto se juntan en este salmo la alabanza y la enseñanza. La enseñanza va dirigida a los necesitados, oprimidos, prisioneros, hambrientos, a la viuda, al huérfano y a todos los que no reciben justicia de los hombres, porque el hombre poderoso es incapaz de socorrer, pero Dios está cerca de los oprimidos y el salmista también, y los alienta. El autor del salmo se dirige a sí mismo la invitación a la alabanza, y es lo que se propone hacer durante toda la vida: alabar al Señor. Pero no quiere hacerlo solo, porque reconoce que Dios es Rey universal; por eso su alabanza consiste en atraer a todos a su canto, así transforma el salmo en enseñanza.
Como no lo cantamos entero, omitimos los primeros versos en los que se ve el punto de partida de los motivos negativos para la alabanza: “No confiéis en los hombres”, aunque sean poderosos no pueden salvar, pero los que confían en el Señor –presenta seguidamente los motivos positivos- tienen socorro seguro, su camino es sabio. Él es Creador de todo lo que existe y el que guió al pueblo a lo largo de toda la historia. Dios siempre es el que hace justicia y sostiene todo; no está lejano sino que está comprometido con la historia, la vida de los hombres. Presenta pues estas dos posibilidades: o confiar en los hombres que no pueden salvar, o confiar en Dios que puede. Donde falta fuerza humana allí está Dios más presente, (esta es la enseñanza de las Bienaventuranzas del Evangelio). El último versículo es la conclusión donde es proclamado el señorío universal de Yahvé. Es una oración y una lección, es un deseo de que Dios ejerza su reinado para que tengan vida todos los que esperan en El.
Los versículos que nos propone cantar la Iglesia son paralelos a las bienaventuranzas del Evangelio: dichosos los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados, son los que confían en el Señor.
Los domingos anteriores, en el inicio de su predicación, Jesús nos pedía que nos convirtiéramos porque el reino de Dios estaba cerca. Ahora Jesús, como un nuevo Moisés desde la montaña, da la ley de los convertidos, un programa de vida para el nuevo pueblo de Dios, que es como su autobiografía o el testimonio de su vida. Ciertamente el reino de Dios está cerca, y éstas son las condiciones indispensables para entrar en él. Ser como Jesús pobre, humilde, misericordioso, consolador… Las bienaventuranzas se pueden resumir como dichosos los que el centro de su propia vida es Cristo.
Este domingo las tres lecturas y el salmo coinciden en hacer resaltar la humildad, la pobreza y la sencillez como actitudes fundamentales para alcanzar la felicidad. Dios está cerca de los limpios de corazón, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los pobres, los que padecen, los que lloran, los que son perseguidos a causa de la justicia… puesto que como termina el salmo: “Dios reina eternamente”. Nuestra gloria no es lo que hacemos, ni a lo que nos dedicamos, ni lo que somos, nuestra gloria es Jesucristo, y sin El no podemos hacer nada, ni nada somos.
El versículo de respuesta del salmo está tomado del Evangelio y el salmo aclara por qué son dichosos los pobres, los hambrientos, los cautivos o los oprimidos… porque Dios actúa a su favor dándoles la libertad, el pan, la santidad… Dios reina, y así todos somos dichosos. Que Dios reine en nuestros corazones siempre. Feliz domingo.

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