SALMO RESPONSORIAL

Día 22 de enero, domingo III del Tiempo Ordinario, ciclo A

Salmo 26, 1.4.13-14

El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré?

El Señor es la defensa de mi vida; ¿Quién me hará temblar?

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por todos los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.

Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

En la Lectura de la profecía de Isaías hemos escuchado cómo “el pueblo caminaba en tinieblas”; se refiere al pueblo que estaba deportado por haber seguido falsos dioses, ídolos de oro que producen tinieblas; por lo que el Señor le humilló para llevarle a conversión, y ahora le enaltece dándoles una luz para guiarlos, lo cual es gozo intenso y experimentan que la vara opresora se rompe y son libres. El Evangelio cita parte del mismo texto de Isaías leído en la primera lectura. El pueblo ha pasado de las tinieblas a ver una luz grande que les llenó de gozo: Jesús; se puso a predicar, a irradiar su luz, “convertíos porque está cerca el reino de Dios”. Comenzó en la Galilea de los gentiles, no en la Judea del pueblo creyente.

Es algo fácilmente experimentable: estás a oscuras, en tinieblas, por el motivo que sea, y si vislumbras una luz te llenas de alegría porque ves algo, te alegras sin saber si será bueno o no, porque la luz en sí ya es un bien ante la oscuridad. Pues bien, el Señor es nuestra luz y nuestra vida, nuestra salvación.

Como respuesta cantamos algunos versos del salmo 26 que, con palabras textuales, alaba al Señor porque es Luz y Salvación, las dos cosas del oráculo que llevan al pueblo a la alegría. Nada puede asustarnos o hacernos temblar porque el Señor es salvación, y el salmista, y nosotros con él, queremos buscar y encontrar al Señor para vivir con Él todos los días de la vida y gozar de la dulzura de su presencia. Hasta que se realice, es tiempo de espera gozosa y confiada, es cierta la promesa anunciada. Se dará la plena comunión con Dios por Cristo.

También este salmo 26, como el del domingo anterior, se compone de dos partes diferentes; cada una completa en su estructura, género y tono. Algunos estudiosos han visto dos salmos diferentes: el primero iría del verso 1 al 6 que es un canto de acción de gracias. Comienza con dos afirmaciones sobre lo que es Dios para él: Luz y salvación y sigue con dos preguntas retóricas que aumentan la fuerza de estas dos afirmaciones. Sigue con el relato de la liberación ya obtenida; podíamos decir que tiene la experiencia de que sus enemigos fracasan al toparse con la protección que el Señor tiene sobre él; unos enemigos, a los que compara como fieras que se lanzan para devorarlo o con un ejército atacando a uno solo; pero Dios está con él, nada pueden. La ofrenda de un sacrificio de alabanza es un verso conclusivo de algunos otros salmos lo que enfatiza que sean dos salmos.

A la vez podemos notar que el versículo 7 (que no cantamos) es semejante al inicio de otros salmos de súplica. Por lo que ven el segundo salmo desde el verso 7 al 14, de súplica por una respuesta favorable y por la asistencia contra los enemigos que le persiguen. Los dos últimos versículos (13 y 14) pueden constituir una tercera parte en la que de nuevo el autor afirma su confianza en el Señor.

Pero se han trasmitido siempre las dos partes como un solo salmo; en el cual la 1ª parte es como para captar el favor de Dios y para reforzar la propia confianza; y cantando como cierta la protección de Dios. En esta parte domina la confianza. En la 2ª parte, cuando hace la petición directamente de protección, Dios ya no podría rehusar, ni el orante sentirla como ya obtenida; esta parte es todo un bloque de petición y confianza. Se alienta: no será abandonado de Dios, será instruido en su camino hasta llegar a la morada de Dios y no será entregado a los enemigos. En esta 2ª parte cambia el tono y el salmista, se dirige a Dios con gran necesidad aunque sigue mostrando su confianza: “Tú eres mi auxilio”; y para darse ánimo y reafirmar su confianza, pone un caso límite y extremo, aunque le abandonen sus padres, casuística casi imposible, sabe que el Señor lo recogerá. Siempre tendrá cabida cerca de Dios, su salvador. Busca al Señor y le pide con insistencia usando muchos imperativos, el auxilio divino en la situación actual que vive con una acusación injusta, con calumnia y saña por parte de sus enemigos.

El salmo termina con una especie de diálogo. (3ª parte) Vuelve a dejar patente su confianza y esperanza en el Señor, gozando de sus bienes y de la vida que en la 1ª parte ya mencionaba. Termina exhortando a renovar y mantener la confianza, palabra clave de todo el salmo y podíamos decir resumen de esta bellísima oración que constituye todo él.

Los salmos, en general y éste en particular, nos dan palabras precisas para orar. No podemos decir que no sabemos qué decir al Señor, que no encontramos palabras para expresarnos; Él mismo nos las da. A todos nos gusta que confíen en nosotros. Cuando experimentamos que confían en nosotros damos al máximo; Creo que a Dios también le gusta que confiemos en El. Y con este salmo podemos decirle que es nuestra luz y nuestra salvación, que confiamos siempre en El.

Pablo habla del problema de la división, uno de tantos problemas de la comunidad de Corinto, que era una comunidad viva, joven, haciéndose. La unidad radica o se asienta en que hay un solo Señor, que es Luz y salvación; aunque te guste cómo predica D. José, o D. Pedro, P. Raniero o Kiko… a quien todos seguimos es a Cristo. Estamos en la semana de oración por la Unidad de los Cristianos. También la división pertenece al reino de la tiniebla y de la muerte. Todos hemos visto esa luz que es Cristo, lo hemos celebrado en Navidad. Cerca del Señor notamos la Luz y la Vida de su amor. Ciertamente está cerca su reino. Venid, sigámosle que pasa curando las enfermedades y dolencias. 

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