VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

Hoy queremos vivir de Cristo, hoy de la mano de sor Mª Jesús con la sección: Salmo Responsorial

SALMO RESPONSORIAL

Día 25 de septiembre, domingo XXVI del Tiempo Ordinario, ciclo C

Salmo 145, 7. 8-9ª. 9bc-10

Alaba, alma mía, al Señor

El hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda, y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

De nuevo, como el domingo pasado, el profeta Amós, de parte de Dios, exhorta en tono fuerte a los disolutos, a los que confían en sus bienes y viven en la opulencia; que malgastan en lujos y viven confiados en sus riquezas adquiridas injustamente. La gente rica de su época vivía despreocupada de la realidad circundante, en la montaña de Samaría rodeándose de lujos, fiestas, banquetes; a éstos Dios por medio del profeta, los envía al destierro para que recapaciten. Y la Iglesia nos propone como respuesta el salmo 145, (146) que es otro himno aleluyático; el primero del grupo de los 5 salmos finales que son todos ellos aleluyáticos.

Es un canto de alabanza al Dios poderoso, fiel y misericordioso que tiene el socorro a la medida de todos los necesitados que le invocan (si leemos el salmo entero vemos que entre las necesidades nombradas hacen el número de 12 que es un número que abarca todo, es plenitud, queriendo expresar que Dios socorre todas las necesidades posibles).

Es también un himno didáctico. La invitación es del autor a sí mismo, pero luego aconseja a los demás; por tanto se juntan en este salmo la alabanza y la enseñanza. La enseñanza va dirigida a los necesitados, oprimidos, prisioneros, hambrientos, a la viuda, al huérfano y a todos los que no reciben justicia de los hombres, porque el hombre poderoso es incapaz de socorrer, pero Dios está cerca de los oprimidos y el salmista también, y los alienta. El autor del salmo se dirige la invitación a la alabanza a sí mismo, como decimos, y es lo que se propone hacer durante toda la vida: alabar al Señor. Pero no quiere hacerlo solo porque reconoce que Dios es Rey universal; por eso su alabanza consiste en atraer a todos a su canto y transforma el salmo en enseñanza.

Como no lo cantamos entero, omitimos los primeros versos en los que se ve el punto de partida de los motivos negativos para la alabanza: “No confiéis en los hombres” aunque sean poderosos no pueden salvar, pero los que confían en el Señor –presenta seguidamente los motivos positivos- tienen socorro seguro, su camino es sabio. Él es Creador de todo lo que existe y el que guió al pueblo a lo largo de toda la historia. Como ya vimos la semana pasada esto se expresa al nombrar a Dios como el “Dios de Jacob”, Dios siempre es el que hace justicia y sostiene todo; no está lejano sino que está comprometido con la historia, la vida de los hombres. Presenta pues estas dos posibilidades: o confiar en los hombres que  no pueden salvar, o confiar en Dios que puede. Donde falta fuerza humana allí está Dios más presente. El último versículo es la conclusión donde es proclamado el señorío universal de Yahvé. Es una oración y una lección, es un deseo de que Dios ejerza su reinado para que tengan vida todos los que esperan en El.

También Pablo a Timoteo le previene para que viva sin mancha ni reproche hasta que venga Cristo como Rey de reyes. Y en el Evangelio nos proclaman la parábola popular del ”rico”, que no tiene nombre, se nombran sus riquezas y banquetes, pero es anónimo; y el mendigo Lázaro, a quien Dios reconoce con nombre propio. El rico no vio a Lázaro hasta que le faltaron sus riquezas.

Habrá una retribución que tendrá en cuenta nuestro modo de vivir aquí. “Que escuchen a los profetas y les hagan caso” responde Abraham, al rico que quiere que le dejen avisar a sus parientes de esta otra realidad en la que ha terminado su vida, y del peligro de las riquezas.

Estamos en el tiempo de las oportunidades. Tenemos ocasión de escuchar la Palabra de Dios y alabarle con toda nuestra alma porque reina siempre y nos propone amar a los más desvalidos de entre los que tenemos cerca. En estos versos del salmo, que sería bueno orarlo entero, cantamos una gran lista que casi coincide con las obras de misericordia, que en este año la Iglesia quiere que hagamos vida. Dios que es misericordia las “cumple” todas: da pan a los hambrientos, abre los ojos al ciego, liberta a los cautivos, hace justicia al oprimido, fortalece al débil…” a lo mejor quiere seguir haciéndolo por medio de ti. ¡Aleluya!

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