HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DEL SALMO RESPONSORIAL

Queremos vivir de Cristo este verano, hoy de la mano de Sor María Jesús, con la sección: Salmo Responsorial. ¡Feliz día!

SALMO RESPONSORIAL

Día 18 de septiembre, domingo XXV del Tiempo Ordinario, ciclo C

Salmo 112, 1-2. 4-6. 7-8

Alabad al Señor, que ensalza al pobre (o Aleluya)

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre.
El Señor se eleva sobre los pueblos, su gloria sobre el cielo;
¿quién como el Señor Dios nuestro, que se eleva en su trono
y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre
para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo.

La Iglesia nos propone para este domingo como respuesta a la primera lectura algunos versículos del salmo 112; que es el primero de la serie de salmos del gran Hallel (salmos del 112 al 117) Son los salmos que se cantaban en la cena pascual, la fiesta por excelencia de los judíos y que empiezan o terminan con la aclamación: ALELUYA, llamados también aleluyáticos de los que ya hemos comentado alguno este verano; por lo tanto es también un salmo usado en la liturgia judía.

Después de escuchar al profeta Amós que describe muy bien, cuántos fraudes, muchas veces pensamos que a escondidas, hacemos los hombres ante Dios que lo conoce todo; diversos modos de aprovecharse con engaños los opulentos, los ricos, los que están en puestos destacados y se benefician oprimiendo a los pobres…etc., cantamos este salmo con la respuesta: “alabad al Señor que ensalza al pobre”. Dios, al contrario de los hombres, tiene predilección por los pobres, los despreciados, los que no cuentan… aunque Jesús acogió y fue tan amigo de ricos como de pobres. Nos invita, el autor de este salmo, a una alabanza vibrante porque Dios es excelso. Amós había terminado diciendo: “jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará vuestras acciones” No es una amenaza, es una forma de expresar que Dios tiene en cuenta la historia, que no olvida la alianza que ha hecho con su pueblo por medio de los padres de Israel: Abraham, Isaac y Jacob.

Este salmo es un himno de alabanza de todos los servidores del Señor, a quienes se dirige la invitación a la alabanza con la que empieza esta familia de salmos. Siervos del Señor son principalmente todos los israelitas, especialmente los pobres y humildes pero esta invitación es extensiva porque Dios es universal, es Dios del universo y se pide una alabanza ahora y siempre, a todos los que en el mundo le temen y adoran.

Después de la invitación aparecen los motivos para mover a la alabanza; y éstos son la trascendencia divina junto con la condescendencia hacia el hombre. Se abaja para proteger a quien necesita su socorro y este gesto cercano de descender es lo que el salmo quiere celebrar; en este gesto está connotada la grandeza del que baja y la acción providente de quien al bajar eleva primero.

Sigue una nueva exposición de motivos por los que alabar al Señor, con símbolos concretos de sus atributos. El motivo de la alabanza es la excelsitud de Dios y su dominio universal sobre las naciones y los cielos y tierra. Un dominio sin límites expresado poéticamente para dar más énfasis con una interrogación retórica, no para ser respondida. Ante esta grandeza, tan bien expresada, Dios se abaja para ocuparse de los hombres; desciende hasta los más necesitados, al nivel más bajo. Por esto, Dios no pierde grandeza transcendente, sino que así los hombres pueden apercibirse mejor de ella. Esta condescendencia de Dios es para elevar y lo expresa gráficamente “hacer que se siente entre príncipes” o “la estéril dará a luz felizmente hijos”. No los deja en su condición, los transforma.

El salmo narra la posibilidad de relacionarse Dios con los hombres. Decimos que el amor hace iguales y como Dios nos ama tanto y hay tanta diferencia entre Dios y la criatura, se ha abajado hasta nosotros haciéndose hombre en su Hijo Jesús para elevarnos a su categoría divina, no para dejarnos en nuestra condición sino para elevarnos hasta El, y que le sintamos cercano y no el Dios altísimo, lejano, que no sabemos ni tratar.

En el Evangelio, ya dijimos que está en sintonía con la primera lectura cada domingo, vemos también cómo un administrador se aprovecha de su puesto privilegiado, con las riquezas del dueño pero al fin es descubierto. Jesús alaba su astucia, pero sentencia que “nadie puede servir a dos señores”.

Elegimos servir al Dueño de toda la tierra y gozar cantando el salmo que se hará vida en nosotros: “alabad al Señor que ensalza al pobre, que se abaja para ver nuestra condición y para estar cerca de nosotros, para confortarnos con su presencia” Feliz domingo.

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