HOY VIVE DE CRISTO POR MEDIO DE LA SECCIÓN: SALMO RESPONSORIAL

Queremos vivir de Cristo este verano hoy de la mano de sor María Jesús por medio de la sección: salmo responsorial

SALMO RESPONSORIAL

Día 11 de septiembre, domingo XXIV del Tiempo Ordinario, ciclo C
Salmo 50, 3-4. 12-13. 17 y 19

Me pondré en camino adonde está mi padre


Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme;
No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites su santo Espíritu.
Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias.

Este domingo tenemos como respuesta a la primera lectura uno de los salmos más conocidos y significativos del salterio, el salmo “miserere”, primera palabra del mismo: misericordia, en latín, es como lo conocemos los religiosos en general. Muy apropiado para este año de la Misericordia que está llegando a su conclusión.

Todas las lecturas de hoy nos hablan del perdón, quieren enseñarnos a perdonar y a ser perdonados; esto es, a pedir perdón y a darlo. La falta de perdón provoca separación, ruptura; y la separación, dolor o duelo. Podemos decir también, que las tres lecturas de hoy nos descubren que Dios es misericordioso; dispuesto siempre a perdonar y cambiar el rumbo marcado, como vemos que ocurre en la primera lectura, cuando Dios, por el pecado de idolatría del pueblo, piensa en revocar la alianza hecha con los padres de Israel: Abraham, Isaac y Jacob, y hacer una nueva con Moisés, que inmediatamente rechaza la propuesta y pide perdón para el pueblo. Y Dios perdona y olvida esta infidelidad.

Respondemos cantando el salmo 50, que es como la expresión poética de esta petición de perdón de Moisés en nombre de todo el pueblo y para todo el pueblo, desde la sinceridad de reconocer la culpa, el pecado contra Dios; aunque la respuesta está tomada de un versículo del Evangelio, justamente la reflexión del hijo pródigo, cuando recapacita por lo mal que lo está pasando y reconoce que se ha portado mal con su padre y decide volver a él.

Este salmo es uno de los 7 salmos penitenciales, quizás el más característico de todos ellos y el que desciende al fondo de la esencia trascendente del pecado. Es un salmo de súplica individual; la súplica de un hombre que, consciente de su culpa, suplica a la misericordia divina, el perdón. El salmo expresa la lamentación de quien sufre del mal mismo de la culpa reconocida. Para el autor el peso de la culpa es un yugo que ya no puede soportar y espera que Dios le perdone, lo libre, lo renueve…piensa que así recobrará la paz, si Dios le hace una criatura nueva por el perdón que lo dejará limpio.

Aproximadamente un tercio de los salmos son de lamentación o súplica, individual o colectiva. Casi todos están atribuidos en su título a David, lo que no quiere decir que sea él el autor de todos ellos.

Éstos salmos comienzan con la invocación a Dios, suelen tener como primera palabra el nombre de Yahvé; esto permite al salmista entrar en contacto con Dios, iniciar su oración, prosiguiéndola con la exposición ante El de una necesidad concreta que le aflige y le hace lamentarse de esa situación, por lo que va describiendo con detalles vivos la situación dolorosa suya o de todo el pueblo para mover a compasión a Dios en su favor. En este salmo apreciamos un rico vocabulario sobre los dos conceptos principales de su necesidad: quedar libre del pecado y recibir gracia. El salmista quiere exponer todos los lados del pecado y usa sinónimos como iniquidad, delito, maldad y también abarcar todos los medios del perdón: borrar, lavar, purificar, gracia.

La parte central la constituye la súplica que suele hacerse con gran familiaridad y espontaneidad. Habla el salmista con Dios y ruega ser atendido, pasa a pedirle la ayuda conveniente en esa necesidad concreta que le ha expuesto. Pero en este salmo 50, vemos que no hay una situación concreta de necesidad, sino que lo que necesita el autor es quitarse el peso de la culpa reconocida ante Dios. Israel sabe orar y confía en la cercanía de Dios; por esta cercanía, que es su misericordia a lo largo de toda la historia del pueblo, confía que El obrará en su favor. Y anuncia que el hombre perdonado es como una nueva creación.
Sigue una parte en la que se enumeran los motivos por los que el salmista cree tener derecho a ser escuchado y atendido.Suelen ser atributos de Dios mismo, que es liberador, salvador, que siempre ha obrado a favor de su pueblo, la fidelidad a la alianza… para añadir a veces motivos personales del autor que apoyarán la petición, como ayuno, mortificación o la debilidad del hombre presentada como disculpa ante el Creador que, bien le conoce. También la propia confianza, por la que el justo que espera en Dios, no puede quedar confundido o defraudado.

En este salmo lo que se ofrece es un corazón dolorido por el reconocimiento de la culpa; la sinceridad de la confesión es lo que más agrada a Dios, ya que en esta sinceridad radica la humildad, y prepara el corazón ablandándolo y dejándolo moldeable a la acción de Dios. El autor es consciente de su culpabilidad, es sincero y Dios ama la rectitud de corazón, la sinceridad, la verdad, y esto le conmueve.

Así lo vemos en Moisés, que habla por todo el pueblo y logra que Dios se arrepienta de las amenazas y del castigo ¿y nosotros hacemos lo mismo que Dios?¿nos arrepentimos de las amenazas?; en Pablo que testimonia que ha sido amado por Dios por pura gracia, sin méritos, siendo un pecador; y en el hijo pródigo que en cuanto reconoce en su corazón que no ha obrado bien y se pone en camino, se encuentra con el Padre que le espera porque a Dios no le consuela, de una sola oveja perdida, tener las 99 en el redil, quiere todas y espera y busca, y se alegra con el encuentro. Cada uno tenemos un valor único ante Dios y quiere que todos tengamos intimidad con Él, estemos cerca. Parece que el hijo mayor de la parábola no se ha alejado, en realidad ha permanecido siempre distante y el Padre sale a buscarle. Todas las lecturas nos hablan del mismo tema: Dios quiere tenernos cerca, aunque respeta nuestra elección. Nos está esperando, te está esperando: ve a Él.

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