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LOS FALSOS PROFETAS

15 « Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.
20 Así que por sus frutos los reconoceréis. (Mt. 7, 15-20)

Falsos profetas ha habido siempre. Son charlatanes y embaucadores; por ello, los incautos y ávidos de novedades, los escuchan, y caen en las redes de sus mentiras que halagan el oído y desvían de la verdad y de la doctrina sana.
Ya san Juan amonestaba a sus fieles que “examinaran los espíritus, si son de Dios” y si no lo son, que no los escuchen.

Hoy no se ataca directamente la persona de Jesucristo, su Divinidad o su Encarnación. Se le incluye entre otros muchos maestros salvadores y fuente de muchas experiencias esotérica: Buda o Jesucristo, es lo mismo. ¿Por qué no respetar tantas religiones orientales que traen al hombre la liberación del lastre de la carne?; o ¿buscar dentro de uno mismo la energía cósmica que me hace superior a todo y a todos?...

Siempre en el cristianismo han aparecido múltiples herejías que tuercen la verdad revelada por Jesucristo. Y el Señor lo denunció muy claramente: “vienen con piel de oveja, pero por sus frutos los conoceréis”. El fruto exquisito, que salta hasta la vida de eterna, será siempre la escucha y la obediencia a la Palabra de Dios, que es Jesús de Nazaret, Dios y Hombre verdadero: “Bajo el cielo no se nos ha dado otro Nombre que pueda salvarnos: Jesús, el Hijo de Dios”.

Por el contrario, el fruto de estos profetas falsos es un culto al hombre, un centrarse en uno mismo, un buscar una paz psicológica, en definitiva: poner al hombre en el centro del cosmos y desplazar a Dios y a Jesús para que no sea el principio y el fin de la historia. Esta fe en Jesús, no ha sido producto de la reflexión humana y tampoco de sus anhelos de felicidad, sino que ha sido Jesucristo quién nos lo ha revelado y esto al hombre no le gusta. Quiere salvarse con sus propias fuerzas y Jesús también nos dijo: “Sin mí, no podéis hacer nada”. La obediencia a Dios siempre le costó al ego del hombre: En la revelación, es el primer pecado.

Busquemos la paz en Cristo, anhelemos la Verdad que es Cristo, amemos sólo a Cristo y desde El a todos y a todas las cosas. Escuchemos sólo sus Palabras de vida eterna…

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