MI MADRE Y MIS HERMANOS
19 Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la gente.
20 Le anunciaron: « Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte. »
21 Pero él les respondió: « Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen. » (Lc. 8, 19-21)
La mujer, es primero mujer y después es madre. Dios los hizo “hombre y mujer” y no padre y madre. La fecundidad vendría después y además queriendo suplantar “padre y madre”, con su sentido posesivo, la naturaleza del origen de los planes de Dios que dijo: “hombre y mujer los creó”.
Si la gente, le hubiera dicho a Jesús: “mira, una mujer que ha hecho en todo la voluntad de Dios, quiere verte”, Jesús habría saltado de gozo y en un desborde de júbilo, habría dicho: “esa es mi madre y mi hermano y mi esposa y mi todo, porque ella nunca se dejó guiar de la naturaleza, sino del instinto de la gracia, que siempre indica lo que agrada a Dios, su voluntad, lo santo…”
Jesús, en muchos pasajes del Evangelio, dice: “Mujer”, expresando lo más que puede ser este ser femenino: “mujer, qué grande es tu fe”, “mujer, qué nos va a ti y a mí”, “créeme mujer, que llega la hora en que adorareis al Padre…” Y por fin, al pie de la cruz, Jesús clamó: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” y después, al hijo: “Ahí tienes a tu Madre”.
Mujer, es la más bella palabra que Jesús pronunció después de ¡ABBA, Papá! Por eso, este Evangelio es un gran elogio a María, la Mujer, su Madre, el ser más excelso que Dios creó para hacerla, después, su Madre.
María, era toda oídos para Dios. Siempre le resonaba en el corazón el: “escucha, oye lo que te digo y que se haga en ti”.
La muchedumbre le dijo a Jesús: “Ellos quieren verte”. Pero por la vista no entra la fe, sólo la curiosidad. La fe entra por el oído, por ello el Señor bendijo a los que escuchan y ponen en práctica su Palabra, porque en ellos, los ojos han pasado al corazón y “ven a Dios”.