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ANUNCIACIÓN DEL ÁNGEL A MARÍA, 2.

26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
28 Y entrando, le dijo: « Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. »
29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
30 El ángel le dijo: « No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin. »
34 María respondió al ángel: « ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? »
35 El ángel le respondió: « El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril,
37 porque ninguna cosa es imposible para Dios. »
38 Dijo María: « He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. » Y el ángel dejándola se fue.
(Lc. 1, 26-38)

El misterio de la Encarnación del Hijo de Dios es como una perla preciosa, traída del cielo, que el Señor nos ha regalado a través del relato de María, su Madre, a los apóstoles. Ella sola fue testigo de estos hechos sobrenaturales. María quería darnos a conocer cómo es el amor de Dios al hombre caído en desgracia por el pecado: es un amor misericordioso, compasivo, tierno más que el de una madre, excesivo, que sobrepasa toda medida… ¿Temeremos a un Dios así, que tanto se abaja y agacha hasta darnos de comer con su propia mano, al que es su predilecto, el Hijo amado, eterno como Él y envuelto en la nube de la divinidad? Es la carne que encierra en su ser a todo Dios, lo que María nos ha contado en el evangelio.

Su “hágase en mi”, realizó esta maravilla que crea estupor en todos los ángeles. La palabra “hágase” la pronunció Dios al principio de todas las cosas, en los albores del mundo. Y dijo Dios “háganse los cielos y la tierra y ellos fueron hechos”. Es una palabra creadora que ahora, en la plenitud de los tiempos”, Dios ha puesto en boca de María para dar su consentimiento a que Dios entrara en sus entrañas y se gestara nueve meses, hasta darlo a luz al mundo: “Y el Verbo se hizo carne” en María y fue “Dios con nosotros”.

No sólo creador nuestro, sino uno de nosotros, con nuestra misma naturaleza humana. Y esto sin dejar de ser Dios, el Verbo, una persona de la Trinidad Santísima… ¡Oh inefable misterio que los cielos y la tierra no pueden abarcar, pero que se ha revelado al hombre por María. Y esto no para que lo entienda, sino para que lo adore con la misma sumisión y gozo con que lo adoran los ángeles todos y los bienaventurados que han llegado a la gloria…

¡A Jesús sólo la alabanza y la gloria. Amén! ¡Que María nos enseñe a adorar a Dios!

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