DOMINGO V DE CUARESMA

CICLO C

Is. 43, 16-21

16 Así dice Yahveh, que trazó camino en el mar, y vereda en aguas impetuosas.
17 El que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a una se echaron para no levantarse, se apagaron, como mecha se extinguieron.
18 ¿No os acordáis de lo pasado, ni caéis en la cuenta de lo antiguo?
19 Pues bien, he aquí que yo lo renuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo.
20 Las bestias del campo me darán gloria, los chacales y las avestruces, pues pondré agua en el desierto (y ríos en la soledad) para dar de beber a mi pueblo elegido.
21 El pueblo que yo me he formado contará mis alabanzas.

- Jerusalén ha sido tomada y el pueblo se halla cautivo en Babilonia. Ciro aparecerá es escena y será el instrumento de la liberación del pueblo de Israel.

- Pertenecen estos capítulos al 2º Isaías o Deutero-Isaías, un profeta anónimo, continuador de Isaías y gran profeta como él (caps. 40-55) que predicó en Babilonia entre las primeras victorias de Ciro (a. 550 a.C.). Se llama libro de la Consolación por sus primeras palabras: “Consolad, consolad a mi pueblo” (40, 1).

(v. 16)

-Jahvé abre camino en el mar como en otro tiempo lo hizo cuando salió de Egipto (Ex. 14, 21-29).

(v. 17-18)

-“Caballos y carros ha arrojado en el mar”: los prodigios del pasado quedarán eclipsados por las maravillas, mayores aún, que Dios va a realizar en el nuevo Exodo.

(v. 19)

-Dios siempre hace cosas nuevas y las hace como Dios: maravillosas y sorprendentes. La esperanza nos habla y nos dice que esto es verdad, Dios ha creado la “nueva criatura y pasó lo viejo” (II Cor. 5, 17). En la nueva Jerusalén todo será nuevo: estas palabras son fieles y verdaderas (Ap. 21, 5) y el signo es que: “trazará un camino en el desierto”. Esto es caso imposible, pero para Dios no hay nada imposible: ríos en la estepa. Siempre sus signos nos hablan de maravillas que han de venir si tenemos fe en El.

(v. 20)

-Vuelve a remitirnos a un hecho pasado prodigioso (Ex. 17, 1-7). Dios les dió por medio de Moisés a beber agua en el desierto el día de Massá y Meribá.

(v. 21)

-Al ver los prodigios de Dios, ese pueblo fiel cantará sus alabanzas: es el corazón admirado y agradecido.

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