DOMINGO XX (T. Ordinario)

CICLO B

Prov. 9, 1-6

1 La Sabiduría ha edificado una casa,

ha labrado sus siete columnas,

 

2 ha hecho su matanza, ha mezclado su vino,

ha aderezado también su mesa.

 

3 Ha mandado a sus criadas y anuncia

en lo alto de las colinas de la ciudad:

 

4 « Si alguno es simple, véngase acá. »

Y al falto de juicio le dice:

 

5 « Venid y comed de mi pan,

bebed del vino que he mezclado;

 

6 dejaos de simplezas y viviréis,

y dirigíos por los caminos de la inteligencia. »

                  -   La sabiduría personificada es como la revelación que se adelanta a guiar hacia la vida. Invita a su banquete a los que necesitan verdadero saber y les ofrece pan y vino, símbolo del alimento que da la vida en plenitud.

(v. 1)         -   Características de una casa rica, con patio interior. El número siete, es aquí símbolo de perfección.

(v. 2-6)      -   La imagen del banquete remite a la participación en la misma fuente de la vida, la salvación en Dios: el banquete escatológico (Is. 55, 1-5), el nupcial (Mt. 22, 1-14), el mesiánico (Lc. 12, 37), el Eucarístico (Jn. 6).

Segunda Lectura: Ef. 5, 15-20

15 Así pues, mirad atentamente cómo vivís; que no sea como imprudentes, sino como prudentes;

16 aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos.

17 Por tanto, no seáis insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor.

18 No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu.

19 Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor,

20 dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

                  -   Hay que buscar en la sabiduría la voluntad de Dios (v. 15-17).

(v. 15-17)  -   La conjunción “pues” puede referirse a la experiencia de iluminación que trae consigo el bautismo. Una vida nueva en nueva luz, es verdad, pero hay que realizarla con responsabilidad. Desde el principio se apunta a una recta comprensión de la voluntad de Dios. “Mirad con cuidado”. No es tan simple ésto. Hay fuerzas de dentro (2, 3) y de fuera que oscurecen la luz y turbando la mirada dificulta la recta opción. Y vivir, no como “necios” pues han recibido abundante gracia a través de la revelación del misterio de la voluntad de Dios (1, 8s.). Han de vivir como “sabios”, atentos no a la improvisación diaria sino a un consciente “aprovechar el tiempo”. La palabra KAIROS es más que “tiempo”, es el contenido de este tiempo y las posibilidades que ofrece, es decir, con vistas al fin último, sacando de cada situación, lo mejor. “Pues los días son malos”. En la tradición judía y en el Evangelio, domina la idea de que los últimos tiempos, en su calidad de dolores de parto de un nuevo mundo, trae consigo dolores, necesidades y angustias de toda clase. El maligno, en su descendente soberanía, hace que estos días sean “malos”. Y este “mal” para el hombre es impugnación, tentación y peligro. Ver en esta cruz que lleva a la vida, un bien, no puede realizarse sin la ayuda de la sabiduría divina. “No os volváis insensatos”. Sólo conocer la voluntad de Dios, he ahí la sensatez. Y para ello: “dejarse embriagar del Esp. Santo y no del vino” .

(v. 18-20)  Aquí Pablo está pensando en la vida comunitaria litúrgica (1 Cor. 11, 21), espacio en el que el individuo, partiendo de la fe de la comunidad, debe renovarse en el Espíritu de su mente (4, 23) y alcanzar así la inteligencia de la voluntad de Dios.

                  -   De la embriaguez se dice que hay en ella ASOTIA, es decir, ausencia de salvación, libertinaje, prodigalidad, “la perdición”. Por un momento desaparecen la preocupaciones de cada día proyectándolas a la vida “en otro mundo”. Esto es lo que ocurre a la vida en el Espíritu que nos arrebata a la vida en Dios, a cuyo encuentro vamos.

                  -   Aquí, en la reunión cultual, el Espíritu desata las lenguas en salmos, himnos y cánticos, en santa rivalidad por una alabanza divina cada vez más alta. Esta alabanza se llama propiamente “espiritual”.

(v. 19)       -   S. Pablo afirma no obstante, que lo que le da valor es el “cantar con el corazón”, canto interior que apunta sólo al Señor. El tono y el tema: “dando constantemente gracia de todo, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, a Dios Padre”

(v. 20)       -   Es muy posible que este verbo: EUKKARISTEIN se refiera a la celebración de la cena eucarística, pero a S. Pablo lo que le preocupa es el vivir diario del cristiano que ha de dar gracias a Dios “por todo”. (I Tes. 5, 16-18) y también Apor todos@, por la salvación de los hermanos (Rm. 8, 28).