DOMINGO XX (T. Ordinario)
CICLO A
- UNIVERSALIDAD DE LA SALVACIÓN -
Is. 56, 1.6-7
1 Así dice Yahveh: Velad por la equidad y practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y mi justicia para manifestarse.
6 En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahveh para su ministerio, para amar el nombre de Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y a los que se mantienen firmes en mi alianza,
7 yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos
- Desde antiguo ha elegido Dios a Israel para pueblo suyo y le ha asignado una puesto privilegiado en la historia de la salvación. Pero madurando los tiempos la salvación se extenderá a todos los pueblos sin discriminación por medio de Israel, pueblo sacerdotal.
- En este domingo las tres lecturas coinciden en su temática: todos los hombres y pueblos están llamados por Dios a alcanzar la salvación, ésta es universal.
- Con el capítulo 56 comienza el tercer libro de Isaías: Trito-is, compuesto probablemente al fin del Destierra y ya de vuelta del mismo (s. VI a C.), la colección es heterogénea.
(v. 1) - He aquí un oráculo en prosa rítmica compuesta probablemente después del Destierra en que el autor anuncia que pronto se admitirá al judaísmo a los prosélitos extranjeros,
(v. 6-7) sólo con la condición de que estén “fielmente adheridos a Jahvé”, debiendo incluirse la circuncisión, señal de la alianza. Si aman el Nombre de Jahvé y se apegan a El como a su Señor y santifican el Día de Jahvé, el sábado, entonces los traeré a mi monte Santo, al Monte Sión, donde reside su Templo que dejará de ser casa de ofrendas: de sacrificios y holocaustos de animales y será Casa de Oración para todos los pueblos, primordialmente, pues el mejor sacrificio es un “corazón contrito y humillado” que invoca su Nombre.
- Estas palabras son pronunciadas por Jesús en circunstancias graves de su vida (Mt. 21, 13) y nos traen dos novedades con el Antiguo Testamento. que la oración se impone al sacrificio y que todos los pueblos son llamados a su Templo, a su Monte Santo (Sal. 15, 1) (I Re 41, 43).