DOMINGO XV (T. Ordinario)
CICLO A
- LA PALABRA DE DIOS -
Is. 55, 10-11
10 Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer,
11 así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.
- El poder y la eficacia de la palabra de Dios son el tema central de la liturgia de hoy.
(v. 10) - No pone aquí Isaías una comparación sacada del mundo de la naturaleza: acción de la lluvia y la nieve sobre la tierra (II Cor. 9, 10).
(v. 11) - De igual modo que éstos, la Palabra de Dios realiza siempre lo que expresa, pues bastó un “hágase” y se hizo todo de la nada y apareció la vida sobre la tierra (Gn. 1, 3.6.9...) y con la vida lo más perfecto: el hombre. Y llegada la plenitud de los tiempos, para rescatar lo que estaba perdido, de nuevo tu palabra que sale de tu boca, descendió en medio de la noche de la muerte y del pecado y dijo: “recreese de nuevo la vida” y toda la creación fue salvada, fue rescatada (Sab. 18, 14-15) (Jn. 1, 1). Fue primero preparada por la palabra de Dios que salía de los profetas, fue avisada para que una gran expectación rodeara a esta impresionante e inefable llegada a nosotros de la Palabra de Dios (Za. 1, 5-6) (Am. 2, 11) (Hb. 4, 12-13), el Verbo de Dios.