25 DE DICIEMBRE - NATIVIDAD DEL SEÑOR

Misa de Medianoche

INTRODUCCIÓN

Esta misa celebra el alumbramiento de María que da a luz al Niño. Pero en un sentido profundo, esta noche nos trae un alumbramiento más universal por el que Dios, a través de Jesús, hace que surja la luz en medio de las tinieblas. Las tinieblas de la injusticia, el hambre, la pobreza, el orgullo, el ansia de poder. Todo esto es como una oquedad tenebrosa, como un seno estéril, como una tumba.

Hasta aquí desciende María y su Niño cuando se refugian en la gruta, cuando huyen de su casa u obedecen órdenes extranjeras. Y hasta aquí ha descendido Israel, país pequeño y siempre dominado por países más poderosos.

En esta noche nace Jesús que ilumina a todo hombre. Del corazón de la noche, Dios ha suscitado un hombre que aparece iluminando y es el Hijo del Hombre e Hijo de Dios. Esta es la Buena Noticia, la alegría, la claridad.

La palabra definitiva de Dios es el alumbramiento de la noche, no el oscurecimiento del día.

En la Navidad la naturaleza humana se ha visto divinizada. Este acontecimiento se realiza cada vez que un hombre recibe el bautismo o “renace” a la vida divina.ESQUEMA

Is.9, 1-3.5-6

1 El pueblo que andaba a oscuras

2 vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín.

3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la vara de su tirano - has roto, como el día de Madián.

5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre « Maravilla de Consejero », « Dios Fuerte », « Siempre Padre », « Príncipe de Paz ».

6 Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh Sebaot hará eso.

  

                -    Tenemos aquí una de las profecías del Emmanuel. Nos descubre aquí Isaías algunos aspectos de la salvación traída por este Niño: ¨Dios con nosotros¨. Estas profecías son expresión del mesianismo real esbozado ya por el profeta Natán (2Sam.7) y que más tarde reiterarán (Miq.4, 14) (Ez.34, 23) (Ag.2, 23). Dios nos concederá la salvación por medio de un rey, sucesor de David. La esperanza de los fieles de Jahvé descansa en la permanencia del linaje davídico.

(v. 1-3)     -    Luz, alegría y paz, son los tres presentes que nos trae el Emmanuel (v.1.2.5). Cuando Dios llega al encuentro del hombre desaparecen las tinieblas, la tristeza se aleja y la guerra no se da. Es un trasunto del paraíso perdido y que en el Emmanuel se vuelve a recuperar y ya de forma definitiva. Las imágenes de la alegría en la siega y el botín, resultan pequeñas para compararlas con el regocijo de su presencia. El autor deja ver muy claro que el pueblo estaba a oscuras, es decir cautivo y en el día de Jahvé, vendrá Él mismo a liberar a los deportados; al mismo tiempo que anuncia el reinado pacífico de un hijo de linaje real (7,14). La aparición del Mesías en Galilea dará a esta profecía su plena realización (Mt.4, 13-16).

(v. 5-6)     -   Estos títulos son comparables a los protocolarios que se preparaban para el Faraón en su coronación. Este Niño, tendrá la sabiduría de Salomón, la bravura y la piedad de David, las grandes virtudes de Moisés y de los Patriarcas (11,2), (II Sam 7,16; Mi 5,1-3; Nm 24,17). La tradición cristiana en la liturgia de Navidad, da estos títulos a Cristo, enseñando que Él es el verdadero Emmanuel.

Tit 2,11-14

11 Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres,

12 que nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente,

13 aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo;

14 el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, fervoroso en buenas obras.

                 -    La gracia de Dios, revelada en Jesucristo es fuente de energía.

(v. 11)      -     La fuerza que las comunidades de Creta tienen para vivir cada uno su propio estado, la hallan en la gracia de Dios que ha aparecido en Jesucristo (2,1-10) y que les impulsa a una vida santa (v.12) y es sostenida por la esperanza de la Parusía de Jesucristo (v.13). Esta doble obra de la gracia es presentada como cumplimiento del A.T. (v.14).

                 -    En “la plenitud de los tiempos”, el amor y la benevolencia infinita e inefable de Dios, ha aparecido en Jesucristo, el Unigénito Hijo de Dios que se ha hecho hombre. En ÉL ofrece Dios a todos los hombres, sin distinción, la salvación (Jn 3,16): la liberación de la muerte eterna y la posesión eterna de la Vida. Este amor es incomprensible y definitivo, pero obliga al hombre a una decisión clara ante Él.

(v. 12)      -     Esta gracia impulsa al cristiano a una ruptura con la “impiedad” y los placeres del mundo. El bautismo acaba con esta forma de vida (I Jn 2,16) (Rm 6,4), y la gracia fortalece este germen sembrado en nosotros y se deja ver en tres aspectos: a/ respecto a mí mismo: vida de prudencia y disciplina; b/ al prójimo: honradez; c/ respecto a Dios: vida de piedad. El hombre con sus fuerzas, no puede vivir así, pero la gracia le da aptitud para ello (Fp 4,13).

(v. 13)      -   Pero su meta no está aquí, en este mundo sino que vive en la esperanza de la venida del Señor, la plenitud de la salvación (I Ts 1,3) (Hb 6,19), el día de la Parusía “nuestro gran Dios”. La esperanza es virtud básica de la vida cristiana (Fp 3,20).

(v. 14)      -    Mediante su entrega a la muerte Jesucristo es Redentor de los hombres (Rm 5,8; Mc 10,45) de todo poder tiránico, de la iniquidad. Y así nos convertimos en posesión suya (Ex 19,5; Dt 7,6), el pueblo de Dios de la Nueva Alianza, la Iglesia santa (Ef. 5,25-27) y así, purificados, hacemos visible nuestra vocación y dignidad, mediante buenas obras. El mundo viendo nuestras “buenas obras” glorificará a Dios al ver la fuerza de la gracia que ha traído Jesucristo.

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