6 DE AGOSTO - LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

FIESTA

 

                           Esta fiesta nos manifiesta que la gloria de Dios, reside en la persona de Cristo. De antiguo, se celebraba en Oriente, hasta que el papa Calixto II la extendió a toda la Iglesia para conmemorar la victoria sobre el islamismo, noticia que llegó a Roma un 6 de Agosto.

Dan 7,9-10.13-14

9 Mientras yo contemplaba: Se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura, blanca como la nieve; los cabellos de su cabeza, puros como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.

10 Un río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miriadas de miriadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros.

13 Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia.

14 A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás.

(v.9)           - Los tronos de los jueces: los santos de Dios, son llamados a juzgar con   El, ya según la tradición judía (HENOC) y más claramente según las promesas de Jesús (Mt 19,28; Ap. 3,21; 20,40). El trono de Dios con sus ruedas, ardiente y deslumbrador, recuerda el carro divino de Ez 1.

(v.10)      -    El libro en que se inscriben todos los actos humanos buenos y malos (Jr.17, 1; Ml. 3,16; Lc. 10,20; Ap.20, 12). La imagen se recoge en el “DIES IRAE”. El libro de los predestinados o libro de la Vida (12,1) (Is. 4,3; Lc.10, 20).

(v.13)         - En las visiones de la noche aparece “sobre las nubes”, (fórmula acuñada en Daniel que sirve a todo el N.T. para expresar la venida del Hijo del Hombre y su ascensión a los cielos) (Mt 24,30; 26,64) (Ap 1,7). “Hijo del Hombre”= BAR NASA (en arameo) y BEN ADAM (en hebreo) ambos equivale a “hombre”.    En Ezequiel, Dios llama así al profeta, pero aquí tiene un sentido especial, eminente, designando a un hombre que supera misteriosamente la condición humana. “Sentido personal” como atestiguan los textos apócrifos antiguos: Henoc y IV Esdras; interpretación rabínica y Jesús mismo aplicándoselo (Mt 8,20). Pero también “sentido colectivo” (VV 18.22) = son los santos del Altísimo. Pero este sentido, igualmente mesiánico, prolonga el sentido personal ya que el Hijo del Hombre, es cabeza, representante y modelo del pueblo de los santos. San Efrén por eso pensaba que la profecía se refería primero a los judíos (los macabeos) y por encima de ellos y de manera perfecta a Jesús.

(v. 14)           - Aquí en Daniel, este Hijo de Hombre es llevado a la presencia del Altísimo (del Anciano), mas en (Mc 13,26) es Él quien desciende del cielo (7,27) (Ap. 4,11). A este personaje se le ha dado todo poder, toda la gloria como a Dios y se le han entregado todas las naciones de la tierra, y todo ello, por toda la eternidad. Su realeza, sólo puede ser una realeza divina.

II Pe 1,16-19

16 Os hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad.

17 Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: « Este es mi Hijo muy amado en quien me complazco. »

18 Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo.

19 Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana.

                -   La Parusía de Cristo en gloria no es una verdad inventada por el ingenio humano sino fundado en la revelación de la gloria de Cristo en la Transfiguración (1,16). Allí Dios definió a Jesús como Mesías y portador de salvación.

(V16)      -    Esta venida del Señor en poder es elemento esencial de de la predicación cristiana, Cristo vendrá (MC 13,27.26ss; IITes 2,8). Esto no son fábulas o mitos ingeniosos. Loa apóstoles hablan como testigos oculares del poder y de la gloria de Cristo. Es verdad que ellos no vieron la Parusía, pero por un momento Dios les mostró lo que sucedería en el futuro: Cristo aparecerá en poder y gloria. Todo el peso del testimonio se basa en estos tres: Pedro, Santiago y Juan.

(V17)       -    La gloria de Dios circunda a Cristo: sus vestidos blancos, su rostro resplandeciente (Mc 9,3; Mt 17,2). El honor que recibe Jesús, es un honor divino. La voz, venía de la sublime gloria de Dios. Esta y la gloria de Jesús, es la misma: es el Amado, el Unigénito. Dios le ha revestido de poder. Y esta palabra, les desveló a los discípulos, en el monte, el misterioso acontecimiento. Muchos eventos de nuestra vida se desvelan por la Palabra de Dios.

(V 18)      -    Los apóstoles son también testigos auriculares: oyeron la voz de Dios. Vieron y oyeron: “dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen” (Mt 13,16). Creemos este doble testimonio con certeza, también doble. Es verdad que nosotros no oímos y vemos inmediatamente, pero en la Palabra del Evangelio, oímos su voz poderosa; en los actos de culto, en la comunidad de la Iglesia; en el rostro de cada hermano vemos, aguzando los sentidos espirituales, algo de su gloria. La historicidad del hecho de la Transfiguración garantiza la realidad de la parusía gloriosa de Jesús.

(V 19)      -    Y un segundo testimonio que garantiza este hecho, es “la palabra profética”. Esta, en la Sagrada Escritura, habla a menudo del “día del Señor” en que vendrá a juzgar (Act 3,20ss). Toda la revelación, se proyecta hacia este hecho de la gloria de Dios. Y la Palabra de Dios, en la Biblia, es en el mundo la única lámpara que nos da luz para no tropezar y caer. “El alborear del día” (Rm 13,12) y “el despuntar del lucero de la mañana”, es la parusía de Cristo que, cuando llegue, iluminará y transfigurará hasta lo más íntimo de nuestro ser. Entonces, ya no habrá tinieblas, ni error, ni caída y ya no será necesaria la Sagrada Escritura porque veremos a Dios cara a cara, tal cual es.

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