SABADO SANTO
VELANDO JUNTO AL SEPULCRO EN SILENCIO
- Muerto el Señor y obtenidos los necesarios permisos fue descendido su cuerpo exánime de la cruz y depositado en el sepulcro por Nicodemo y José de Arimatea. Cerraron el acceso con una gran piedra y se fueron. Todo ha terminado. Sobre el sepulcro y sobre las almas de los discípulos se hizo el más completo silencio. Un silencio hecho a partes desiguales de una enorme sensación de derrota, de decepción y de una tenue- muy tenue- esperanza en la resurrección del Maestro.